Si también he dicho una y otra vez que puede pasar a la historia como el gobernador más grande de cuantos ha habido, no obstante que sólo durará 2 años en el cargo.
Si lo he considerado, sin importarme las críticas de sus adversarios, con tamaños de sobra para ubicarse como potencial candidato a la presidencia de la república.
Si es el hombre en el que millones de veracruzanos han cifrado sus esperanzas para reducir la inseguridad y recuperar la tranquilidad.
Si Veracruz confía en que sentará las bases para erradicar la impunidad y la corrupción de servidores públicos.
Si ya empezó a recuperar el dinero que se habían robado y acaso llevará a prisión a Javier Duarte y compañía y les confiscará las fortunas mal habidas.
Si el jueves primero de diciembre, el pueblo le refrendó su apoyo en la Plaza Lerdo de Xalapa y en palacio de gobierno, donde de pie y durante horas permaneció, sonriente y de muy buen talante, recibiendo el saludo y peticiones de miles y miles de mujeres y hombres de todas las clases sociales y de distintas edades.
Si de esto y más estoy consciente y lo he comentado y celebrado en público y en privado, se preguntarán por qué rayos no voté por Miguel Ángel Yunes, el líder que ha revolucionado la política veracruzana y se ha confirmado como figura de proyección nacional.
No voté por él, por la sencilla razón de que algún travieso duende, o algún inefable alienígina de esos que están de moda en el History Channel, o un vulgar ladronzuelo desapareció o robó mi credencial del INE… O quizás por descuido la extravié.
Me la repusieron y estoy listo para las próximas elecciones municipales… por lo que se ofrezca.
(Felicidades, a Miguel Ángel Yunes Linares, que este lunes 5 de diciembre cumple un año más de vida). |