Cuando Duarte fue detenido el 15 de abril pasado, el mandatario apresuró: “Me comprometí a que Duarte sería detenido y se aplicaría la ley, hoy está en la cárcel… ¡Cumplí mi palabra!”.
Horas después la PGR le corregiría la plana al dar cuenta que fue una detención federal producto de denuncias federales.
Así pues, con verdades a medias presume con sombrero ajeno a través en su pantallita de “face” que “Duarte está en la cárcel porque yo lo investigué y denuncié!”, cuando 18 periodistas fueron asesinados justamente por denunciar a través de los medios los atropellos, abusos de autoridad y crímenes del duartismo.
Yunes Linares no muestra ética ni respeto por los 12 mil, acaso 15 mil desaparecidos en el anterior régimen producto de la guerra sucia desatada por los Zetas, Nueva Generación y el Cártel del Golfo, que fueron ni más ni menos la evidencia para documentar sus crímenes de lesa humanidad ante comisiones de derechos humanos.
No le provoca pena alguna “su” ilegal investigación cuando las verdaderas denuncias corrieron a cargo de centenares de madres y padres de familia reclamando justicia ante la escalada de feminicidios sucedidos en tan infausto periodo.
Fácil llenarse la boca –como dice el propio Duarte- y auto halagarse con el ““Duarte está en la cárcel porque yo lo investigué y denuncié!”, cuando la Auditoría Superior de la Federación detectó en el primer año de gobierno de Duarte, en 2010, un desvío de diez mil millones de pesos destinados a tareas de salud, educación, seguridad pública, seguro popular y partidas presupuestales a municipios no entregadas.
¿Y las investigaciones contra Duarte y 69 cómplices más, familia incluida, por desvíos de 35 mil millones de pesos que aun lleva la PGR, valen o no valen en la medallota que se cuelga?
¿Y el hambre del campo, sindicatos y colonos manifiesta en miles de manifestaciones en la Plaza Lerdo denunciando y probando, entre 2010 y 2016, el robo de los dineros públicos, tampoco cuentan en la escalada que llevó a prisión al hombre más corrupto del mundo?
No se ve de justeza que el señor Miguel Ángel Yunes Linares se abrogue el “Duarte está en la cárcel porque yo lo investigué y denuncié!” so riesgo de que los muertos de las 200 fosas clandestinas se levanten de sus tumbas.
Ni que los viejos sabios, los hombres de la tercera edad, esos a quienes les fueron robadas sus pensiones hayan salido a la calle para marchar por las calles de Xalapa recibiendo como pago tremenda golpiza ejecutada por el lacayo de Flavino Ríos.
Y todos quienes protestamos a través de las redes, los periodistas –no más de los que se cuentan con los dedos de una mano- que en el día a día reclamamos la intervención federal y fin al saqueo, quienes hicimos eco de la denuncia ciudadana, quienes no ocultamos la información hacendaria del SAT y dimos cuenta de la escalada criminal, recibiendo a cambio persecución, robo a nuestra casas habitación, exilio de nuestros hijos, despidos injustos contra nuestros familiares que trabajaban en el gobierno y un severo espionaje para determinar quién osaba patrocinar nuestro trabajo o darnos una miserable publicidad.
¿Y nuestras páginas hackeadas?
Algo tuvimos que abonar cuando nuestros domicilios estuvieron bajo acoso, nuestras propiedades investigadas y para quienes poseían algún negocito para la supervivencia, solo recibieron a cambio el asalto y saqueo como respuestas.
¿Eso no cuenta para el “yo lo investigué y denuncié” del que se ufana Yunes?
Veracruz es más allá de un llanero solitario.
En Veracruz ni todos son corruptos, ni todos libertadores justicieros. Es una sociedad abierta y plural empobrecida por el abuso de autoridad de parte de quienes creyeron que creando empresas fantasmas podrían alcanzar la impunidad, olvidando que en cada madre, en cada familia, en cada comunidad se libraba una lucha por la justicia social.
Injusto pues el protagonismo de quien se dice salvador de los veracruzanos cuando en la sumatoria de pendientes resulta que estábamos mejor que cuando estábamos peor.
El “Duarte está en la cárcel porque yo lo investigué y denuncié!” de Yunes Linares merece la reprobación total.
Y si las redes sociales tienen algún valor y cuentan nos encontraremos en las últimas horas que prácticamente el ciento por ciento de los comentarios reprueba –salvo los boots que son pagados- esa arrogación y falta de respeto a los veracruzanos de parte del gobernador para quien es más importante el protagonismo que la chamba.
Y va de anécdota.
Cuenta uno de sus amigos de la primaria allá en Soledad de Doblado –obvio emito el nombre para que no aparezca por ahí colgado- que Miguelito siempre fue objeto de repetido bullying de parte de sus compañeros.
Su estatura no le ayudaba.
Tampoco le era ventajosa dentro del seno familiar donde sus primos más altos que él, lo bromeaban y agredían de manera repetida y de manera frecuente. De hecho quien lo defendía era su primo hermano, Héctor, aunque a veces entraba al quite su tío, el papá de Héctor, don Cesar.
Se cuenta también que si bien no sabía meter las manos y era muy débil, era muy aferrado, más bien necio. En las riñas escolares le pegaban los gandules y ya derrotado y tirado en el piso se volvía a levantar para continuar con el pleito; se lo sonaban y le sacaban sangre de la nariz, pero el coraje lo levantaba… hasta que los propios niños agresores lo apartaban para que no se siguiera flagelando.
Miguel Ángel siempre fue un solitario y ya de adulto, hoy adulto mayor, sigue siendo igual que cuando niño, necio, aferrado a sus yerros, dueño de la verdad y con un ego al que no le gana ni Napoleón.
Lleva años de sparring de la política, pero ahí está.
Se lo madrean por su agresividad política y física, por su impericia y por querer tener la razón en todo, pero ahí está. Se equivoca y que le importa, se vuelve a equivocar.
Hace más de 20 años salió de Veracruz prácticamente apestado por sus fracasos luego de llevar al precipicio a su partido, el PRI, y fracasar en su intentona de ser gobernador… pero regresó.
Antes migró del PRI de la mano de Elba Esther, con la que terminó confrontado, para no variar el estilo. Luego se cobijó con la familia Calderón para regresar al nido veracruzano bajo las siglas del PAN.
Y desde ahí, desde esa tribuna reaccionaria luchó y luchó, ahora contra su enemigo favorito –el que cuando estaba fregado le tendió la mano, Fidel Herrera-; luego trabó relación con Javier Duarte entre 2009 y 2010, se ayudaron –Duarte impulsó a Fernando Yunes para que llegara al Senado- y terminaron como se ve, trenzados a muerte.
Hoy quien presume que “Duarte está en la cárcel porque yo lo investigué y denuncié!” es gobernador, el mandamás, aunque sea por unos mesesitos pero no cambia.
Le urge todo, hasta ser el muerto del velorio con tal de figurar y –como dicen en mi pueblo- hasta el afigurarse que “Duarte está en la cárcel porque yo lo investigué y denuncié!”. Vaya caso.
Tiempo al tiempo.
*El autor es Premio Nacional de Periodismo
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