Maximiliano sí sintió miedo, pero ese terror lo dejó en el convento donde lo tuvieron preso en esos días. Es interesante el temple del Emperador al estar frente al pelotón a punto de morir.
El cuadro del pintor francés Édouard Manet sobre su fusilamiento no respetó la verdad histórica, tal vez por ignorancia o conveniencia social, pues en el centro no estuvo nunca el Emperador, ya que no acepto ese lugar de honor.
La muerte siempre llega inesperadamente, pero en ocasiones los doctores la pueden ver acercarse casi con precisión.
Yo he tenido dos amigos que han sido informados de la fecha de su muerte: Uno de ellos Roberto Castellanos, hombre cercano a don Jesús Reyes Heroles, Roberto era el Delegado en Querétaro de la Secretaria de Desarrollo Urbano y yo era el subdelegado, en esos días a Roberto le detectaron una enfermedad en la sangre, una enfermedad degenerativa, y los doctores le pronosticaron unos meses de vida, Roberto se dedicó a buscar afanosamente alguna cura para su mal, yo lo acompañe a varios lugares, incluso, viajó a Houston con la esperanza de encontrar solución para su enfermedad, pero fue infructuoso a los pocos meses murió.
Y Moisés Herrera, otro gran amigo con el que trabajé varios años, después de una comida que tuvimos en su casa, enfermó, de inmediato lo atendieron varios médicos, y él le preguntó a uno de los doctores que le advirtió sobre la enfermedad mortal que lo llevaría a la tumba :
-Doctor ¿Cuánto me queda de vida? ¿Años, meses, días?
-Horas - le contestó fríamente el galeno.
- ¡Tráiganme un notario! -pidió Moi incorporándose con premura en la cama del hospital.
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