Y pareciera perogrullo, pero esto no se acaba hasta que se acaba.
Andrés Manuel López Obrador podrá decir lo que quiera y en Veracruz seguirse manteniendo mudo Cuitláhuac García –en la certeza de que hasta una vaca gana- pero aún no se puede cantar victoria.
Morena, por ser un partido nuevo, carece de estructura electoral en los diez u once estados clave que eventualmente le podrían dar la victoria.
Dato común que tienen las tres elecciones presidenciales más recientes –la de Zedillo no cuenta al ser inédita tras el magnicidio de Colosio- es que el ganador de los comicios a nivel nacional lo fue también en los mismas once entidades de la república.
Es el mismo escenario que en dos ocasiones López Obrador ha perdido bajo las siglas del PRD.
En Veracruz, producto del efecto Duarte, el PRI pierde en el 2016 por primera vez en 86 años, por tres décimas pero aun así la plaza no se le entrega a Morena que ganó perdiendo al recaudar 800 mil votos.
Para esa elección fue el voto del enojo, el del estómago, el que ungió a Miguel Angel Yunes Linares cuya campaña se centró en los compromisos incumplidos de llevar a la cárcel a Duarte y prometer un paraíso veracruzano libre de violencia e inseguridad todos incumplidos porque fue la PGR la que encarceló a Duarte e incumplidos porque el paraíso sí llegó pero para las bandas criminales.
Acaso por ello el desquite veracruzano viene ahora para atajar el afán monárquico que se pretende desde la cúpula del poder bajo las siglas del PAN/PRD.
Se presume, por tanto, una disputa entre las dos fuerzas predominantes, Morena y Pepe Yunes.
Pero regresemos a las cifras buscando encontrar una explicación al por qué tanto triunfalismo de Morena cuando en el fondo no hay nada seguro.
A nivel nacional los candidatos Vicente Fox, en el 2000, Felipe Calderón en el 2006 y Enrique Peña Nieto en el 2012 triunfaron llevando como cabeza de playa a los estados de Aguascalientes, Baja California, Coahuila, Chihuahua. Colima, Jalisco, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora y Yucatán.
Veracruz también se sumó al entregar su voto a la panista Josefina Vázquez Mota en una proporción de 37 mil sufragios arriba del millón que alcanzó el PRI.
Hoy, de nuevo, para este 2018, las once entidades clave para ganar las elecciones son las arriba citadas en donde Morena no tiene la mayoría electoral. Son plazas del PRI y el PAN en donde, por supuesto, debe considerarse el efecto Peje, pero no en la mayoría que se presume.
La mayoría real de López Obrador está en el sur sureste de la república, particularmente en Veracruz y Tabasco y más hacia el centro, en el Estado de México, en donde Andrés Manuel tiene fincadas sus esperanzas, pero en el norte no tiene nada, absolutamente nada.
Pero en Veracruz todo.
Sabe que es posible alcanzar hasta 1.5 millones de votos que necesita como base de despegue para gobernar a México. Confía además en que habrá voto masivo de la clase baja en el resto de la república producto de su populismo desplegado.
El histórico, sin embargo, lo mata.
En el 2000 en las entidades arriba citadas, el panista Fox obtuvo 4.53 millones de votos (50.4%), mientras que el priista Francisco Labastida logró 3.37 millones (37.53%).
En el 2006, el fenómeno se repitió: el panista Felipe Calderón se llevó 4.7 millones de votos en las entidades citadas mientras que el perredista Andrés Manuel recaudó 2.1 millones de votos.
Sin embargo para el 2012, el PRI logró una mayor participación en los estados de la república citados al obtener 4.8 millones de votos Peña Nieto contra los 4.8 millones que alcanzó el Peje.
Los números pues, no son tan alegres como el Peje los ve.
Por ello y en aras de sumar para su causa en tan solo un estado, Veracruz, la meta son 1.5 millones de votos. Esa es la razón por la cual viene de manera repetida.
Recordemos que en el 2016, para la gubernamental de Cuitláhuac, en dos meses –noviembre y diciembre- vino 40 veces a Veracruz. Y hoy al arranque, ya estuvo en el centro del estado, Córdoba, y para el 10 de mayo promete regresar.
El Peje esta cierto que el efecto Peje en Veracruz hará la diferencia para alcanzar la Presidencia, aunque bien sabe que el enemigo real no es el hijo del gobernador, ni el gobernador mismo, es el PRI que va por la recuperación de su capital político con un buen candidato, Pepe Yunes, que cada día está sumando más simpatías ante el temor Moreno.
Habrá que insistir, sin embargo, que esto no se acaba hasta que se acaba.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo |