Pero algo debe entenderse muy bien. Todo medio de comunicación en el mundo tiene una línea editorial basada en sus intereses políticos, económicos y empresariales. Todos. Y quienes ahí laboran lo saben y deciden libremente seguir o no esta línea editorial.
Es claro que si no estás de acuerdo pues te vas, buscas otro espacio afín a tu ideario y punto y se acabó.
Carmen Aristegui ha demostrado que se puede trabajar sin patrón en la web y seguir siendo la mejor. La profundidad de sus reportajes e investigaciones periodísticas han cambiado el rumbo de instituciones y políticos. Allá los medios que la perdieron.
Tan malo es intervenir para que medios corran a periodistas incómodos, como la tentación de poner a quienes sean afines. Eso no es ni será libertad de expresión.
La globalidad y accesibilidad de las comunicaciones actuales permiten hacer un nuevo periodismo a partir de plataformas alejadas de estos intereses empresariales y desarrollar trabajos que permitan señalar los actos de corrupción y cualquier otro que atente contra los ciudadanos con puntualidad y enorme difusión.
El gobierno de López Obrador deberá entender que la libertad plena de expresión estará más en estos espacios que en aquellos que protejan sus inversiones y concesiones a fuerza de inconfesables intercambios de favores.
Insisto, la gran Carmen Aristegui es ejemplo de que si es posible. |