Si en algún pueblito escondido en lo más apartado del estado hubo una pequeña obra, los beneficiados lo agradecerán y aplaudirán. Lo mismo en cualquier ciudad grande o mediana. Los demás acaso se muestren indiferentes o dirán que este gobernador nada positivo ha hecho por los veracruzanos.
Es imposible satisfacer o agradar a todos. Quien lo pretenda, termina por no quedar bien con nadie.
He escuchado a servidores públicos que denostan a opositores y críticos del gobierno. Estos funcionarios elogian a su vez al gobernador y lo defienden de lo que ellos consideran ataques infundados.
En redes sociales igualmente llueven furibundas críticas y también melosas lisonjas hacia Cuitláhuac. Entre unos y otros intercambian insultos en vez de debates civilizados e ideas.
Cada quien habla de la fiesta según le va en ella. Los beneficiarios de programas sociales, empleos o por otras vías, júrenlo que expresarán maravillas de la 4T. Los otros lanzarán pestes contra el gobierno de MORENA.
¿Qué opinarían si estuvieran en la nómina oficial?
Llevemos a cabo un balance sereno, sin apasionamientos. ¿Realmente vamos bien? ¿Mejor o peor que antes? ¿De verdad se han reducido la inseguridad, la pobreza, la corrupción? De ser así, felicidades. De lo contrario, hay que decirlo y denunciarlo.
Un año no es suficiente para corregir lo que por décadas ha marchado mal. Aun así los ciudadanos desean que se empiece a notar el cambio, poco a poco.
Leamos con cuidado y analicemos el informe de Cuitláhuac para saber qué hizo durante el primer año de su administración y en qué sería distinto al PRI y al PAN.
|