A pesar de las críticas –muchas de ellas sólidas y bien documentadas- a la titular de la Secretaría de Energía (SE) Rocío Nahle, por haber complicado el acuerdo internacional para reducir la producción petrolera y provocar la elevación de los precios del combustible, el futuro de esta funcionaria federal (y una de las más fuertes cartas de Morena para suceder a Cuitláhuac García en el 2024) no parece estar en riesgo.
Este fin de semana los principales productores de petróleo del mundo lograron un acuerdo para reducir la producción mundial de crudo y poner fin a una devastadora guerra de precios.
Luego de una semana de maratónicas negociaciones que incluyeron videoconferencias con ministros de todo el mundo, finalmente se llegó a un acuerdo.
Estas conversaciones estuvieron a punto de fracasar debido a la resistencia de México, país al que le sugerían redujera su producción en 400 mil barriles por día.
México, a través de la propia Rocío Nahle y del canciller Marcelo Ebrard anunció que estaba dispuesto a reducir su producción, pero sólo en cien mil barriles.
Fue gracias a la intervención del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump (que ofreció absorber los 300 mil barriles que se negaba a reducir México) que las negociaciones pudieron avanzar.
Aunque la postura de México ya no es un obstáculo para alcanzar acuerdos, a nivel internacional se cuestionó la falta de solidaridad del gobierno mexicano y esas son afrentas que en la diplomacia se guardan para cobrarlas en el momento oportuno.
A pesar de todo ello, Rocío Nahle no parece afectada políticamente por este episodio, pues existe la convicción de que su postura fue dictada -letra por letra- por el propio Presidente Andrés Manuel López Obrador, quien nunca estuvo dispuesto a ceder una de las “medallas” –a eso aspira él- que se habrá de atribuir durante su gestión al frente del gobierno federal, que es la recuperación de la producción petrolera.
Especialistas en la materia coinciden en que López Obrador se aventó este albur frente a las grandes potencias, porque a diferencia de ellos, este país cuenta con una cobertura petrolera masiva por parte de Wall Street que lo protege de las caídas de precios.
Durante los últimos 20 años, los gobiernos “neoliberales” de México compraron las llamadas opciones de venta de un pequeño grupo de bancos de inversión y compañías petroleras, en lo que se considera el acuerdo petrolero anual más grande y más secreto de Wall Street.
Estas opciones le dan a México el derecho de vender su petróleo a un precio predeterminado, con lo que son el equivalente a una póliza de seguro: el país deposita todas las ganancias de los precios más altos, pero disfruta de la seguridad de un precio mínimo. Es decir, si la cotización del petróleo se mantiene débil o cae aún más, México seguirá registrando precios más altos.
La cobertura ha protegido a México en cada recesión en los últimos 20 años. Por ejemplo, ganó 5 mil 100 millones de dólares cuando los precios del petróleo cayeron en 2009 durante la crisis financiera mundial y recibió 6 mil 400 millones de dólares en 2015 y otros 2 mil 700 millones de dólares en 2016 después de que Arabia Saudita protagonizó otra guerra de precios.
Sin embargo, aunque quizá esté obteniendo beneficios financieros con esta nueva crisis de precios, lo que más le habrá de pesar es el costo político que pudiera afrontar, lo cual de ninguna manera se le puede atribuir a las negociaciones de Rocío Nahle, quien en estos acuerdos se limitó a transmitir la postura de su jefe.
Quienes siguieron de cerca las negociaciones en las que participó Rocío Nahle, narran que con mucha frecuencia la representante de México interrumpía el diálogo para consultar con su jefe cada postura, cada propuesta.
La lealtad es uno de los atributos que más valora el Presidente en sus colaboradores y esta gestión le representó varias estrellitas a la funcionaria federal, las que podría estar juntando para canjearlas por la candidatura del 2024.
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Epílogo.
De los dos hijos de Miguel Ángel Yunes Linares que se dedicaron, como su padre, a la política, Fernando, quien hoy es alcalde del puerto de Veracruz, siempre pasó como “el más moderado”, el “menos parecido a su padre”, vaya, el menos belicoso. *** Pero la circunstancia de gobernar el ayuntamiento más emblemático de la entidad y de tener que transitar con un gobierno estatal emanado de una fuerza política contraria, le ha ido transformando el carácter y cada que tiene oportunidad sale a los medios a cuestionar la gestión, no tanto de Cuitláhuac García, sino del secretario de Gobierno, Éric Cisneros, con quien mantiene una permanente gresca a través de los medios. *** Pero cuando vas a criticar a un gobierno, lo primero que tienes que hacer es voltear hacia atrás y revisar que los dardos que lances no se vayan a convertir en búmeran. *** Exigir al gobierno estatal el uso de la fuerza pública, cuando fue –justamente- ese exceso autoritario lo que caracterizó a su padre en los sólo dos años (¡por fortuna!) que fue gobernador, es como darse un tiro en el pie. *** El diputado Juan Javier Gómez Cazarín vio que le pusieron el balón ahí, listo para empujarlo a la red… y no dejó pasar la oportunidad: “@FYunesMarquez primero exige que le ayuden a cerrar las playas por la pandemia. ¿También necesitará que le ayuden a controlar la aglomeración de la gente en el mercado de mariscos de Plaza del Mar?”. *** Y no se quedó ahí: “Debería de preservar la salud de la ciudadanía, emitiendo indicaciones para cumplir con la sana distancia y otras acciones ampliamente conocidas, pero lo olvidó”. El que se ríe, se lleva. *** Fueron miles las familias de la zona de Juchique de Ferrer que este fin de semana vieron llegar hasta las puertas de su hogar una despensa con los productos esenciales para hacer frente a la emergencia sanitaria. Un nuevo esfuerzo del empresario veracruzano Rubén Darío Carrasco, quien anunció que “va por más”, pues se ha encontrado con muchas familias que necesitan de la solidaridad ciudadana. ¡Excelente ejemplo!
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