NO HAY duda, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, no se pondrá el cubre bocas en lo que resta de su gobierno sexenal.
Resulta que recientemente, el mandatario nacional, dijo claramente que no usará este elemento de prevención de la pandemia del coronavirus, hasta que no haya corrupción en México, lo que significa que así terminará su administración, porque es bien sabido que el problema social al que se refiere el ejecutivo federal, es algo casi innato en el ser humano, lo que hace difícil su erradicación, principalmente durante seis años, que prácticamente, no son nada en esta lucha por terminar con esta práctica en la vida cotidiana del país.
La corrupción, es un asunto de fondo, que tiene que combatirse desde sus raíces, porque es precisamente en el inicio de la formación de cada ser humano, cuando se tienen que aplicar todas las estrategias posibles y a cargo del seno familiar, continuando, posteriormente, con los programas educativos de las instituciones que han sido creadas para tal fin y a cargo, desde luego, del propio gobierno en sus diferentes esferas de poder.
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La corrupción, es por lo tanto, una pandemia que no tiene fin visible, más en estos tiempos en que las condiciones económicas son todavía más graves. La corrupción se veía en un tiempo, como la forma de un mayor enriquecimiento, es decir, que aquellos que ya gozaban de recursos económicos suficientes, buscaban la forma de acrecentar su fortuna, sin que en realidad llegaran a necesitarla para vivir, sino simplemente era buscar permanentemente el estatus económico que los situaba y los sigue situando entre en determinado sector de poder.
Sin embargo, con el tiempo, fueron las propias necesidades de la gente que hicieron que la corrupción se fuera quedando como una practica utilizada para satisfacer todos los requerimientos de una persona, se insiste, muchas veces por necesidad, aunque en la actualidad es una especie de enfermedad mental de quienes persiguen esta forma de hacerse de recursos de manera ilegal.
Pero todo esto se convierte, en este momento, como un problema social de grandes dimensiones que no se termina, solamente, como lo dijo recientemente el Senador de la República, Ricardo Ahued Bardahuill, con un decreto presidencial o un mandato cualquiera, sino que es necesario recurrir al seno familiar donde comienza, propiamente, la formación del ser humano y posteriormente aderezarla con el sistema educativo que se tenga en el país, lo que significa, entonces, que la corrupción es posible atacarla desde el punto de vista formativo y educacional, cuestiones que como dijo también el mismo Legislador veracruzano, se maman en la propia familia y desde luego en las instituciones educativas.
La corrupción es un fenómeno social, que como hemos comentado, no es fácil de erradicar, sino que se requiere de un proceso largo, bastante largo, donde también se cumplan muchas condiciones propias de un gobierno que trate de mejorar la vida de los gobernados a través de programas y proyectos bien definidos, por lo que no será posible que en tan solo un sexenio presidencial, como lo pretende el actual Ejecutivo federal, llegue a erradicarse.
Sin embargo, todo esto nada tiene que ver con la recomendación sanitaria de usar cubre bocas para evitar la propagación del virus que ha estado matando a miles de mexicanos, por lo que el Presidente, está poniendo un mal ejemplo al decir que él no usa ni usará el cubre bocas, hasta en tanto no termine con la corrupción, que desde luego, es un tema totalmente diferente y que no tiene ninguna relación con el problema de salud que nos ocupa.
Más bien, lo que el Presidente, está evidenciando es una irresponsabilidad frente a los casi ciento treinta millones de mexicanos, que en este momento tienen que cuidarse de la enfermedad, al no hacer caso de lo que su propio gobierno está pidiendo a todo el pueblo.
Lástima que el Señor Presidente, se esté equivocando una vez más en sus apreciaciones y que esté dejando un mal ejemplo a todos los ciudadanos, los cuales, seguramente, tampoco estarán de acuerdo con esta imprudencia del mandatario, salvo aquellos que lo siguen en un claro apasionamiento que no les dará ningún resultado final positivo.
Por eso, quizá, el Presidente, pueda ser juzgado, pues con su actitud está llevando al pueblo mexicano, propiamente, al matadero.
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“EL VIEJO PARQUE”, UN LIBRO PARA REFLEXIONAR.
RECIENTEMENTE, recibí con mucho agrado, un ejemplar del libro “El Viejo Parque”, escrito por el Licenciado Héctor Manuel Riveros Hernández, quien además se desempeña actualmente como Comisionado del Instituto de la Policía Auxiliar y Protección Patrimonial para el Estado de Veracruz.
Se trata de un relato bastante interesante por el tema que aborda. Es una obra literaria de experiencias vividas en determinado tiempo, pero que se fueron desencadenando durante una estancia apartada del bullicio de la sociedad, en un rincón de la obligada soledad, donde el hombre ve reprimidos hasta sus propios pensamientos.
El texto dibuja una historia y como tal se disfruta, pero existe algo más allá de la simple concepción de la historia. Es más bien, el reflejo valiente de una persona que vivió momentos difíciles y que no tiene ningún empacho para denunciar lo que estuvo mal y que fue parte de lo que muchas veces no se puede comprender.
Riveros Hernández, hace evidente, en la introducción de este libro, su gran fuerza de voluntad para salir delante de una situación verdaderamente complicada, algo que se puede destacar y distinguir de su relato. Ya leímos el contenido de este libro, pero es necesario volver a comenzar por el principio, es decir, desde el contenido de la introducción o prólogo, para adentrarse más al fondo del propósito mismo del relato.
Seguramente, que se puede conseguir un ejemplar de este libro, porque a mis manos llegó como una atención del autor, a quien reconozco valentía, independientemente del ejercicio literario de la obra.
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LA PANDEMIA, EN AUGE.
DESPUES DE CUATRO MESES o más, en que comenzara la crisis sanitaria como consecuencia de la presencia del virus llamado Covid-19, una calamidad de la salud que ha estado matando a miles de mexicanos, y veracruzanos, en lo particular, parece ser tiempo de comenzar el recuento de lo que se hizo bien y de lo que, prácticamente, se ha hecho mal.
Todo parece indicar que la enfermedad se salió del control de las autoridades del sector salud, tal vez, por ignorar la dimensión de la pandemia, o sencillamente, por la apatía del gobierno y de sus instituciones para enfrentar este problema.
Como quiera que sea, es necesario, como lo proponen algunos actores políticos y representantes de la sociedad, que se analice la situación con verdadero interés y plena voluntad para trabajar, en serio, por la población.
Son tiempos de exigir mayor seriedad de este gobierno y tomar las cosas con amplia responsabilidad. El problema de salud que nos aqueja, no es un juego, como aparentemente se ha estado manejando. Es tiempo de demandar un verdadero plan o proyecto para detener el avance de los contagios y el número de muertos, porque es tiempo, asimismo, de valorar la vida.
Tal vez, la sustitución de funcionarios, responsables de la salud pueda dar mejores resultados. Se necesita para bien de los mexicanos, en general.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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