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Candil de la calle, obscuridad en su casa |
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2021-11-11 |
Como ya es costumbre, el presidente de México volvió a poner en ridículo a nuestro país a nivel internacional, pues en su visita a Nueva york, EE. UU., se atrevió a mendigar dinero a las personas y empresas más ricas del mundo para lo que él llamó el Programa Mundial por la Fraternidad y el Bienestar. Esto se dio durante el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el cual México fue el país encargado de presidir dicha reunión. El mencionado programa consistiría en que las personas y corporaciones más ricas del mundo donen el cuatro por ciento de su riqueza de forma anual, al mismo tiempo que los países pertenecientes al G20 aporten un 0.2 por ciento de su PIB, con la finalidad de que ese dinero se reparta en todo el mundo y así, todos reciban dinero gratis.
Hay muchas cosas mal en esta intervención del mandatario mexicano, en primer lugar, que ese no era el foro para sus “soluciones mágicas” para acabar con la pobreza y el hambre en el mundo, pues el Consejo está ideado para combatir la violencia entre naciones, generar acuerdos pacíficos ante controversias entre países, para así conservar la paz y la seguridad entre ellos. Esto se lo hizo saber el representante de Rusia, pues al tomar la palabra le explicó al jefe del Estado mexicano que estaba en el lugar equivocado para hacer estos pronunciamientos.
Por otra parte, está el simple hecho de que lo que propone el presidente de México es comparable con el pensamiento de un niño de 6 años que cree que la pobreza se soluciona imprimiendo más billetes, es decir, no tiene ni el más mínimo sustento económico, porque resulta muy fácil pedirle a personas y empresas que han dedicado generaciones enteras para generar riqueza que lo regalen al resto del mundo. El representante de China también se posicionó fuertemente en contra de esta absurda idea, pues le recordó al presidente Obrador que no tiene porqué meterse con la soberanía de los demás países, pues la riqueza de cada país, le pertenece a cada país.
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Pero al presidente López Obrador no le bastó con presumir su “genial” idea para acabar con la pobreza, sino que también se atrevió a denunciar corrupción en el mundo, es más, acusó a la ONU de no agilizar la distribución de vacunas y tachó a Covax (plataforma global liderada por la ONU) de ser un «fracaso doloroso y absoluto», además de acusar a las élites de «llevar un estilo de vida lujoso y frívolo». Esto lo dijo el presidente del quinto país más corrupto del mundo (con datos de World Justice Project); lo dijo el jefe de Estado que provocó un desabasto monumental en medicamentos para niños con cáncer; lo dijo el mandatario que vive en un palacio, el mismo que les ha dado una ostentosa, frívola y lujosa vida a sus hijos con cargo al erario mexicano.
Cabe resaltar que, como estaba en Estados Unidos y allá su palabra no es Ley, el presidente usó cubre bocas en todo momento, salvo para tomar la palabra. Pues no es lo mismo hablar ante fanáticos alienados, que ante personas pensantes que no comparten sus ideas baratas. «Candil de la calle, obscuridad en su casa», como anillo al dedo…
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