Es por eso que hoy en día resulta cada vez más complicado lograr esto último, pues ya no vivimos en un país en el que sólo lo que los gobernantes nos dicen es lo único que podemos saber. Hoy podemos hacer comparaciones con gobiernos y sistemas político-electorales de otras ciudades, estados, países y continentes. Podemos calcular resultados y comparar personajes políticos y sus intenciones con fijarnos en cómo acabaron los países en donde gobierna una u otra ideología o corriente política.
Es así que hoy exhorto enérgicamente a todos a que salgamos a ejercer el voto, por quien ustedes quieran y gusten, pero considero importante plasmar nuestra intención al momento de elegir a quienes deberán representarnos a la hora de tomar decisiones. Fijémonos con atención en las propuestas de campaña, cuáles son viables y cuáles le convienen al sector productivo. No caigamos en la trampa clásica y ya muy desgastada de que a cambio del voto nos van a dar dinero. Porque dicho dinero es finito y fugaz, es decir, no nos va a ayudar a prosperar, sólo le ayuda a obtener más poder a quien compra ese voto.
Se vale quejarse de los gobernantes, se vale criticarlos, se vale exigirles, pero, así como debemos ser exigentes, debemos ser también conscientes y responsables a la hora de votar. Porque si votamos porque me cae bien, porque me prometió chamba en el gobierno, porque me prometió dinero gratis y demás promesas dulces al oído y atractivas al bolsillo, entonces mereceremos tener mercenarios y políticos corruptos dirigiendo el país.
De todo corazón, espero que esta sea la elección que nos permita avanzar hacia la libertad y no la que nos hunda más en el autoritarismo y en la concentración del poder.
Analicemos, pensemos, comparemos y votemos.
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