Voz en Libertad.
Francisco Guisa Hernández.
 

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¿Odio obsesivo por AMLO?
2022-05-05

Hace escasos 3 años, recibí un comentario de un amigo en whats app, que pretendía ser una crítica negativa y de burla por mi supuesta “obsesión” y “odio” contra el Presidente López, crítica que a pesar de la mala intención, vamos, de la mala leche con que me la hizo, la agradezco porque me ha conducido desde entonces a muchas horas de introspección, análisis y reflexión sobre qué es lo que me motiva a analizar reiteradamente el fenómeno social y político conocido como la 4T, el “Pejismo”, “AMLismo”, “MORENISMO” o como se le pueda denominar.


Veamos, en principio mi respuesta es, “porque siempre está dando mucho de qué hablar” y más allá de que AMLO, nos inspire a amarlo como un Dios o como al Mesías, o a odiarlo como a un demonio, es de reconocer que personaje y fenómeno social asociado a él resultan fascinantes para su estudio desde muy diversas disciplinas como son: la Ciencia Política, la Mercadotecnia Política, la Psicología, la sociología, la Antropología social y todas las que analizan el comportamiento humano  y el de las sociedades.


Así como en el ámbito de la ficción y de la Historia Universal, resultan fascinantes personajes como El Padrino de Mario Puzo, el Artemio Cruz de Carlos Fuentes o Calígula y Nerón en la historia de Roma,  así como otros sin los que no podría explicarse el “dramático Siglo XX”, como Lenin, Stalin, Hitler, Mao, Somoza, Duvalier, Kennedy, Churchill, Pinochet y Castro, a quienes la historia ya juzgó y ubicó en su debido contexto, en el mundo real y en la actualidad son de analizar y entender la trascendencia para la historia contemporánea de personajes como Donald Trump, Ángela Merkel, Putin, Nicolás Maduro, Greta Thunberg y el mismo Andrés Manuel López Obrador.


En cuanto hace a AMLO y el fenómeno de masas asociado a él, es fascinante observar cómo alguien que logró “despertar” a un bloque mayoritario de la población “vendiendo” la idea de un cambio radical para el país, puede mantener una base electoral fiel  a su proyecto, aun cuando ninguno de los ofrecimientos que lo llevaron a obtener el triunfo, principalmente el relacionado con la corrupción, ha sido solucionado o al menos se ha intentado darle solución, prevaleciendo las conductas ilegales que, asumiendo que hubieran existido, en su momento llevaron a la sociedad al hartazgo motivando la caída del antiguo régimen. Inexplicable desde la óptica de que las mismas conductas que tan duramente fueron juzgadas en el pasado siguen prevaleciendo ya sea con los mismos o nuevos personajes, a quienes se justifica con la absurda frase “ustedes ya robaron, ahora dejen robar a otros”, o “como ya están conmigo han sido purificados”, como si de una religión se tratase y como si el “corromperse y robar” debiera ser una condición natural, normal y perdonada de antemano a cualquier servidor público por el simple hecho de pertenecer a la “Nueva Mafia del Poder”. Eso sin hablar de los que “se colaron” del antiguo régimen para seguir robando (léase Bartlett)


En ese sentido es de analizar, por un lado al personaje AMLO, quien ya demostró tanto su incapacidad para resolver los problemas del país, como su proclividad a mentir o a la mitomanía (aquí cobra valor la labor del psicólogo o psiquiatra), por medio de datos sesgados en todos los rubros del quehacer nacional, pero que cuando aparecen las cifras reales e indiscutibles los revelan como rotundos fracasos, para mediante el argumento de “yo tengo otros datos” presentarlos como grandes logros y victorias del gobierno.  Y por otro lado, analizar a la sociedad que, inexplicablemente puede llegar al absurdo de creerle todos sus cuentos.


Así las cosas, antes que juzgar al personaje y “odiarlo”, son sus seguidores, afortunadamente cada vez menos, los que merecen la consideración de un análisis sobre lo que los motiva a “cerrar los ojos” y “ver para otro lado” ante hechos palpables que en cualquier democracia habrían provocado ya la caída del “caudillo”.


En ese aspecto ¿es entonces la sociedad la que merece un análisis sociológico ?. Tal vez si, un Análisis que nos remita al origen del problema, abordándolo desde los diversos factores que pueden influir en su conducta y estos van desde la carencia de una formación lógica y analítica, producto de un Sistema Educativo que nunca privilegió la formación de un razonamiento crítico y que se conforma con cumplir un plan de estudios cuyo único fin es el aprendizaje de la lección pero no el entendimiento del mundo, así como la cultura de la sumisión heredada de 300 años de colonialismo que lleva a algunas madres, que son las formadoras de los hijos, a soportar con resignación un papel de objetos propiedad del marido, quien tiene derechos sobre ella y toda la familia, que incluyen el de poder “someterla a los golpes” y una serie de barbaridades propias del machismo heredado por generaciones, todo lo cual  lleva a pensar a un buen número de mexicanos que la existencia de un amo es absolutamente normal y necesaria para su vida y por ello le deben perdonar todo, haga lo que haga.


Y así podríamos ir analizando punto por punto la aceptación de la sociedad al status quo, y el porqué de su sumisión al “caudillo”, al “Dictador” o al amo por inexplicable que pueda parecer, pero lo cierto es que algo tendrá que hacerse para alcanzar un verdadero cambio, no forzosamente en el ámbito político y del servicio público, ardua y aparentemente imposible tarea, pero si en la sociedad, para que sea esta la que una vez despierta y desligada de las ataduras ancestrales que la someten, logre dar el paso decisivo que la lleven no a volver a cambiar de amo, sino a empoderarse para  reconocer lo que está mal en la misma sociedad hoy en día, pero esto sin anhelar volver al pasado, lo cual no sería el fin y resultaría hasta absurdo pues ese, el pasado, ya nos ha mostrado su muy mala cara,  sino para tratar de construir un mejor futuro para el país y para los ciudadanos.


En conclusión, no debemos obsesionarnos con la conducta del dictador, pues AMLO es un caso perdido, sino con el entendimiento de los mexicanos de una realidad que él nos presenta y que es adversa a nuestra natural aspiración de progreso individual y colectivo.


Y en ese afán fundo mi pensamiento, descartando el odio y obsesión por el dictador, pues ni una ni otra cosa caben en mis análisis.

 
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