La esperanza de la oposición para sacar a MORENA de Palacio Nacional se finca en las próximas elecciones de 2023 y la Presidencial de 2024, y eso sería razonable en un régimen democrático donde prevaleciera la legalidad con elecciones libres, transparentes y confiables, pero donde eso sea solo un ideal y no una realidad cotidiana, si la normalidad democrática dejara de existir, esa esperanza se diluiría, porque sin democracia no hay demócrata que pueda consolidar un gobierno alternativo porque la alternancia sería imposible de alcanzar.

En lo personal nunca he sido pesimista ni catastrofista  porque creo en aquello de que “habiendo vida, hay esperanza” y “la esperanza es lo último que muere”; sin embargo como observador y analista del acontecer nacional, he de reconocer que las señales de que muy pronto AMLO se habrá descarado por completo mostrando su rostro autoritario, antidemocrático, dictatorial y pasará a establecer de lleno una dictadura de partido único en México, empezando por disolver los Poderes de la Unión para imponer de entre sus leales seguidores un Congreso Constituyente, a la manera de su admirado y recordado Politburó Soviético que termine por desaparecer las instituciones democráticas, entre otras las elecciones periódicas, con lo que MORENA, declarado para ese entonces como un Partido Comunista, aspirará a imponer la dictadura por muchísimos años, recordemos a Hitler y su Tercer Reich que pronosticaba 1,000 años de hegemonía Nazi en el mundo.

¿Qué señales son esas? Se preguntarán los incrédulos y, yo diría, ingenuos, que aún no alcanzan a vislumbrar la perversidad en todas las acciones y comportamiento del Caudillo AMLO, que paulatinamente ha venido imponiendo no solo como estilo personal de gobernar, lo cual podría ser aceptable pues “locos iluminados” como FOX ya los hemos sufrido y superado, sino como estrategia importada desde Cuba y Venezuela y me atrevo a revelar mi temor en este sentido porque son tan claras ya las muestras de que AMLO nos conduce hacia el oscurantismo de la dictadura que su descaro al respecto debe prender los focos rojos de alarma para hacernos reaccionar a los que queremos a México y aspiramos a seguirlo viendo soberano, próspero, democrático, y que además queremos seguir viviendo en libertad.

Y ¿por qué ahora lo digo con tal claridad, cuando antes solo lo comentaba como un ejercicio de prospectiva, como un “parece ser”, “es probable” o un “todo indica que tal vez”?, y es porque el presidente por primera vez ha reconocido abierta, públicamente y sin lugar a dudas su admiración por Fidel Castro, “el Ché”  y por el régimen Cubano, alabando su “resistencia ante el imperio” y lo hizo en Palacio Nacional ante legisladores de su partido que aprobaron su nefasto plan “B” en el Congreso y si él no tiene ya ningún rubor en expresarlo, es evidente que aspira a imponer un régimen similar en nuestro país y nosotros, la gente de bien, en consecuencia, no podemos seguir más actuando con tibieza y usando eufemismos para defender a la patria, evitando enfrentarnos al tirano por una convicción democrática, pacífica y conciliadora, ya que es tal el peligro de que para el 24 ya no haya más elecciones libres que, al no existir ya la vía electoral, la única opción que nos quedará a los ciudadanos es la resignación o la “Resistencia Civil” que nos ha venido sugiriendo Pedro Ferriz en sus editoriales, en la seguridad de que los buenos, los que profesamos altos valores morales y cristianos somos la gran mayoría.