Como los toros de Lidia cuando buscaban el cobijo de las tablas porque en el centro del ruedo se sentían más desprotegidos para embestir, el Zócalo se ha vuelto la “querencia natural” de AMLO para sentirse seguro, ya que a este lugar hace mucho tiempo que “le puso el sello de su ganadería” y lo siente suyo y por lo tanto un lugar de refugio para él cuando, en otros sitios dentro del ruedo,  ha recibido serios banderillazos, muletazos, Chicuelinas, Gaoneras,  y capotazos de la oposición; por ello se aleja de sitios como la obra de la Refinería de Dos Bocas, donde fue recibido con abucheos y “mentadas” por parte de los obreros de PEMEX y los trabajadores de la obra, apenas el año pasado durante la celebración de la Expropiación Petrolera.

“Escriturado” como cree tener el Zócalo a su nombre, se aferra a él y como niño caprichoso no quiere compartirlo con nadie, en este caso sus adversarios; ¡¡ES MIO!! ¡¡ES MIO!!, cuenta la leyenda que se escucha el grito desesperado y desgarrador por los aposentos del Presidente en Palacio Nacional como el famoso “Gollum” de “El Señor de los Anillos”.

Y ante esta imagen infantil me pregunto yo: ¿tiene algún caso seguir jugando a las “vencidas” por un espacio tan pequeño? Un espacio donde apenas cabe el 1% de los electores del país, cuando la verdadera batalla debe darse en el terreno electoral por toda la nación para conquistar el mayor número de sufragios efectivos posibles y no el mayor número de acarreados que las promesas y amenazas pueden conseguir. ¿Es lógica, digo yo, la lucha por el Zócalo, mientras se descuidan aspectos tan relevantes como la Seguridad Pública, la Economía y la Educación?

Tampoco es importante demostrar, como niños regañados, ¿Quién empezó primero el pleito? o quien escupió primero, pues eso resulta irrelevante para la gente y para la gobernabilidad del país, ya que a los ciudadanos solo nos interesa sentirnos seguros, protegidos en nuestros intereses por un Sistema de Justicia eficiente que, como un manto protector, nos aliente a esforzarnos más por alcanzar nuestras metas, emprendiendo, invirtiendo nuestros recursos y aspirando a un mejor futuro para nuestras familias, y no solo a estirar la mano para recibir “limosnas” del gobierno.

Por ello es de reconocer que mientras los ciudadanos nos manifestamos, libre y espontáneamente por mantener el clima democrático y de crecimiento que hemos vivido en los últimos 30 años, el gobierno acarrea indiscriminadamente a los beneficiarios de sus dádivas y a sus empleados para rendir “Culto a la personalidad” y al Ego del Caudillo, para que él, su familia y sus allegados, puedan mantener los privilegios que gozan, valiéndose del poder que sus fanáticos les han conferido.

Hace tiempo comentaba yo que, ante el avance de la oposición, a AMLO le convenía encontrar un enemigo externo que le permitiera convocar a la “Unidad Nacional” para hacer frente a la amenaza del exterior y al parecer, como aprendió de sus amigos del “Foro de Sao Paulo”, ya lo encontró en USA, inventando la amenaza de una “invasión gringa” al territorio nacional, contra la cual se manifestó ayer sábado 18 de marzo en el Zócalo, aprovechando el nacionalismo exacerbado que despierta la defensa de nuestra “soberanía energética”, solo porque allá 2 legisladores Republicanos le están reclamando que emprenda un combate más efectivo contra los cárteles de la droga que están inundando su territorio con fentanilo, matando a miles de sus jóvenes por año, lo que se ha convertido en una verdadera amenaza para su Seguridad Nacional.

Al respecto AMLO se defiende diciendo que en su gobierno se ha realizado el mayor decomiso de fentanilo de la historia, lo cual resulta muy lógico, pues si antes de su período esa droga no existía en manos del Crimen Organizado, lógicamente nadie la habría combatido en el pasado, pues no se lucha contra algo inexistente.

Por otro lado, en mi opinión, AMLO no defiende al país de una posible invasión, sino que “se cura en salud” él mismo, ante la inminencia de que junto con los narcoterroristas también “vengan a por él”, como en su momento hicieron con Noriega el de Panamá.