“Los Crímenes de Estado son actos sistemáticos que se realizan de acuerdo a un plan o política preconcebida, lo que permite la realización repetida de dichos actos inhumanos. Son cometidos por las autoridades de un Estado o por particulares que actúan con respaldo de dichas autoridades, con su tolerancia o complicidad”

Ha sido terrible lo sucedido a los migrantes en la estación Migratoria de ciudad Juárez, donde murieron calcinados 39 migrantes que ahí permanecían retenidos, como si de una cárcel se tratara, terrible, doloroso, pero también vergonzoso para nuestro país por lo inhumano que resulta, no solo el hecho en sí mismo, sino  la reacción de las autoridades y particularmente del presidente, cuya reacción inicial fue responsabilizar a los propios migrantes de su tragedia, porque supuestamente prendieron fuego a colchones de la Estación migratoria en protesta porque no querían permanecer ahí, así como por la del Secretario de Gobernación que trató, de bote pronto, de responsabilizar a Marcelo Ebrard de los hechos.

 Ante este escenario vergonzoso mi primera reacción fue decir “Fue un crimen de Estado”; sin embargo, con la ayuda del buen amigo Google, que es de donde saqué la definición que al principio reproduzco, es de analizar si lo ocurrido cabe dentro de las premisas que esta definición encierra, veamos:

“Actos sistemáticos”:

No precisamente, pues no es que cada mes o cada semana estemos viendo migrantes calcinados por negligencia u opacidad de las autoridades;

“se realizan de acuerdo a un plan o política preconcebida”:

tampoco por la misma razón que el anterior; pero en este primer  acercamiento a la definición debemos contrastar y tratar de entender si los términos “sistemático” y “política preconcebida”  pueden aplicarse al caso sumando todos los “incidentes evitables”, que han derivado en víctimas mortales, que han ocurrido durante esta administración e incluso en las anteriores para catalogarlos como acciones sistemáticas cometidas por el Estado Mexicano, ya no por un gobierno específico, entre las que habría que incluir, desde la masacre del 68,  la explosión en San Juanico, Acteal, la Guardería ABC de Sonora, Ayotzinapa, Tlalhuelilpan, los fallecidos en el hospital de Tula, Hgo. por la inundación provocada por la Sheinbaum, los que perecieron en el hospital de PEMEX en Tabasco por aplicarles tratamientos caducos, hasta la caída del convoy en la Línea 12 del Metro y los cerca de 800 mil muertos en exceso por el irresponsable manejo de la pandemia.

“Cometidos por las autoridades de un Estado, o por particulares que actúan con respaldo de dichas autoridades”:

Esta parte es quizá la que más se adecua a la definición, pues es de observar que la vigilancia, guardia y custodia de los migrantes era proporcionada por una empresa de seguridad privada, la que por cierto, es propiedad de un Cónsul honorario de Nicaragua en nuestro país, quien ha recibido jugosos y millonarios contratos -3 mil millones de pesos tan solo en Migración-, y lo hace en coordinación y bajo las ordenes de los Agentes de Migración que pertenecen a la Secretaría de Gobernación. todo lo cual se inscribe en la parte que dice “por particulares que actúan con respaldo de dichas autoridades”

Luego, es de analizar y esclarecer la responsabilidad de cada instancia, lo que se conoce como “deslindar responsabilidades” y aquí en principio es de reconocer la diferencia entre responsabilidad y culpabilidad, pues a los responsables, que bien podrían ser “Patan” Augusto, el director de Migración y hasta AMLO, (nótese que saco a Ebrard de la Ecuación, pues este si, ni pitos toca en el asunto) no forzosamente se les tendría que encontrar culpables, ya que esto último deberá recaer sobre los custodios y Agentes que ahí estuvieron, los que aun siendo testigos de la masacre, mantuvieron cerrada la puerta del recinto donde permanecían los migrantes provocando su muerte al no poder salir de ahí.

En conclusión, yo creo que si se trata de un crimen de Estado, o al menos de uno de Lesa humanidad, e incluso habría que analizar si estos hechos no se inscriben en un sistemático exterminio de migrantes que lo convertían además en un crimen de odio, cual moderno holocausto.

Finalmente cuando el presidente habla de que “no somos iguales que los anteriores”, en el fondo estoy de acuerdo con él pues mientras que hasta antes de su gobierno existía una “Cultura de la Dimisión” que consistía en separarse del cargo para permitir que las investigaciones de hechos como este transcurrieran con libertad y poder defenderse, como cualquier ciudadano de a pie, de las posibles acusaciones, en este sexenio ha permeado una “cultura de la impunidad” donde no importan los hechos ni el deslinde de  responsabilidades, sino el proteger a los allegados al presidente, sobre todo cuando de sus “corcholatas” se trata.