La adquisición de 13 Plantas generadoras de energía a la empresa española Iberdrola, por el gobierno mexicano, de entrada me hacen pensar en que estamos ante un cambio radical en la política energética del país para apostarle, ahora sí, a las energías limpias para impulsar el desarrollo del país, en el marco del Acuerdo de París y de la COP 16; así como en la modernización de la CFE para hacerla más competitiva ante el reto que representa el desastre económico que se vendría si, como es de esperarse, México pierde en el Panel de Controversias instalado en el marco del Tratado de Libre Comercio con USA y Canadá en el rubro energético.

Al inicio de esta administración comentaba yo que la CFE estaba comprometida en sus finanzas porque en vez de ser administrada como una Empresa Productiva del Estado Mexicano, entrando al mercado energético a competir con la industria privada, aprovechando todas las ventajas que le daba el TLCAN y la Reforma Energética y que si los privados podían invertir en la generación de energía por medio del uso de tecnología “limpia” y por medios sustentables como el aire, el sol, el agua y por qué no, la energía nuclear, nada impedía a la CFE hacer lo mismo y eliminar a la competencia, no por decreto, ni fortaleciendo por Ley el monopolio del estado, sino participando en el mercado como uno más, liberándola, en principio, de la enorme carga fiscal que trae a cuestas, la que, al igual que a PEMEX, no le permite crecer ni ser competitiva; así la CFE partiría con la enorme ventaja que le da el contar con una enorme infraestructura, representada por la Red Eléctrica Nacional, instalaciones comerciales por todo el país, así como por contar con personal técnico y administrativo altamente calificado, agremiados en un Sindicato, el SUTERM, ampliamente comprometido con el desarrollo y mejora continua de la empresa, por lo que no partirían de cero como los privados y entrarían con una enorme ventaja al mercado de la energía en el país.

Todo esto, por supuesto, no era compatible con una visión anquilosada de país como la de Bartlett, ni mucho menos con la idea de que la CFE, junto con PEMEX, siguieran siendo la “caja chica” del gobierno para pagar todos los caprichos del gobernante en turno.

Es por todo ello que el anuncio de la compra de los activos de Iberdrola en México por parte del gobierno, junto con el anuncio de la construcción de la Planta más grande del mundo de Tesla en Nuevo León, deberían representar un gran incentivo para la llegada de grandes inversiones al país, dada la tan mencionada ventaja que representa nuestra ubicación en el mundo, al compartir una frontera de más de 3,000 kms. con el mercado más grande del mundo, USA, y nuestra conexión marítima con el sur de ese país, con Asia, Europa y Sudamérica, así también como por el tan comentado éxodo de inversiones desde China hacia América.

Ahora es importante dar seguimiento al destino que tendrán las citadas plantas, para ver si serán aprovechadas en el impulso al desarrollo nacional o si serán destruidas como todo lo que tocan AMLO y su 4T. En el mundo real, acciones como esta avalarían nuestra visión de que México es tan grande que no basta un solo sexenio para destruir todo lo construido con el esfuerzo de millones de mexicanos y que, a pesar de todas las pifias, retrocesos y fracasos en las inversiones que ha hecho el régimen, todavía estaban a tiempo este año de enmendar el camino y empezar a hacer las cosas bien, pues no debemos olvidar que lo último que se dice en un discurso o lo que se hace en una administración, es lo que queda fresco en la memoria del público, espero que por ahí vaya la cosa, ojalá que así sea y no por continuar con la destrucción del país y su economía.

De todo esto, mi gran duda sobre la buena fe del régimen al respecto, se fundamenta en la forma en que se dieron las cosas en ambos casos, por un lado la descalificación sistemática de Iberdrola y por el otro, el que AMLO haya hecho todo lo posible por que la inversión de TESLA no llegara al país.