-¿Ya la conocías? - le pregunté con precaución como cuando vas a encender la mecha de un cartucho de dinamita.
-Si -me contestó tranquilamente- los vi una vez en la plaza Américas, ustedes iban entrando al cine y yo iba con mi esposa, ella fue la que me dijo: "Mira ahí va tu papá".
-¿Y tú mamá lo sabe - le pregunte casi en un balbuceo.
-No, como crees, solo se lo comenté a mi hermana.
-Y ¿Que te dijo? -le pregunte preocupado.
-Que le gustaría conocerla, y comentamos que bueno que tienes esa compañía, coincidimos que es mejor que no estés solo, se ve buena chica.
-Si -le confirmé- es una buena chica, aunque estoy consciente en que es demasiado joven para mi, podría ser tu hermana.
-Quieres una hamburguesa, no he desayunado - le pregunte con la intención de seguir platicando, era un tema que me interesaba sobremanera, tenía tiempo que quería hablarlo con mis hijos, y era la oportunidad de aclarar varios puntos.
Nos detuvimos en un McDonald's en una Plaza sobre la Avenida que nos llevaba a casa
-ya desayuné pero te acompaño con una malteada - le dijo Carlos a la chica que nos tomó la orden.
-Así es la vida papá, -me dijo Carlitos continuando la plática- la vida tiene caminos intrincados, y por lo menos en ella ocupas tú mente.
-En mi mente siempre están ustedes en primer lugar. -le dije haciendo énfasis en un punto que me interesaba dejar claro.
-Así lo entendemos mi hermana y yo, Pero también necesitas otras cosas en que pensar, y ella te hace compañía.
Pensé que un día sería bueno que los reuniera, aunque de inmediato rechace la idea, no tenía caso pues lo de Gaby y yo era demasiado informal y no duraría mucho, así que no tenía caso reunirlos.
-Mira hijo, lo de esa chica y yo es una relación pasajera, sin ningún futuro, yo solo quiero ayudarla, Gaby es una muchacha que solo quiere superarse y necesita una oportunidad, que es lo que le estoy brindando.
-Lo entiendo papá y me da gusto que pienses así, aunque ten cuidado, te puedes enamorar de ella, es bonita.
-No te preocupes hijo, estoy consciente del riesgo -le dije sin estar seguro de mis propias palabras.
-No sé cómo llegó a mi vida -trate de explicarle- de repente me sentí involucrado con ella, coincidió su necesidad de superarse con mi soledad, y tome la decisión de brindarle mi apoyo, aunque nunca me he desentendido de ustedes.
-No te preocupes papa, nosotros ya estamos grandes y tú todavía tienes tu propia vida. Mi mamá nunca lo entendería así, pero nosotros creemos comprenderte.
Salimos de ahí y solo pensaba en buscar la oportunidad para platicar también con mi hija y a lo mejor presentarlas, estaba seguro que se entenderían, tenían casi la misma edad y era una chica madura, a lo mejor más madura que yo.
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