Lo deseable es que a partir de ya, en las elecciones del próximo año, todos los candidatos participen con piso parejo, que los topes de campaña sean iguales para partidos grandes y pequeños, que no se permita que gaste más quien posea más dinero.
Que ningún partido obtenga recursos de manera subrepticia por parte del gobierno. Tampoco dinero proveniente del crimen organizado. Es preciso que se legisle y nadie pueda rebasar los topes de campaña. De lo contrario, será una tomadura de pelo esto de “renunciar” al financiamiento público.
Imaginemos un país donde todos los candidatos tengan las mismas facilidades y posibilidades, igualdad de tiempos y espacios en propaganda y publicidad, el mismo tope de campaña. Ni un peso más. Ni uno menos. Y que los votantes decidan a quién apoyar.
Es imposible devolver la vida a las víctimas de la tragedia. Sí es posible transparentar y adecentar la política.
Que esos miles de millones de pesos que dejarán de recibir los partidos, se destinen a combatir la pobreza, sin distingo de siglas, porque es dinero nuestro, de los impuestos de todos los mexicanos.
Que sea el legado de las tragedias sufridas por cientos de familias que perdieron a sus seres amados.
Serán competencias más equitativas, donde ganarán los mejores candidatos, con el voto del pueblo.
Si Andrés Manuel López Obrador fue el primero en anunciar que MORENA donaría el 20 por ciento para apoyar a damnificados o el PRI ofreció renunciar al 100 por ciento de lo que recibe, es lo de menos.
Lo importante es que se cumpla de inmediato y ese dinero se destine para la reconstrucción y después para combatir la pobreza. |