El tema es de donde sacaría ese dinero.
Lo único que les ofreció fue diálogo y pues como lo que quieren es billete, aumentaron el precio del boleto de manera unilateral, ilegal y valiéndoles bolillo lo dispuesto por la autoridad.
Más allá de la legitimidad de sus reclamos por los costos de operación, es evidente que detrás de esta actitud está también por un lado el ya no obedecer a quien se va y calar al que llega.
Peligrosa apuesta que se les puede revertir. No olvidar que tienen concesiones y estas se pueden retirar.
Por otro lado, habrá que valorar si el servicio vale lo que cuesta. Las unidades en general son viejas, descuidadas y hasta peligrosas, pero las quieren cobrar a precio de lujo.
Se tiene que encontrar el punto de acuerdo con los transportistas dialogando, escuchando y planteando soluciones viables que lleven a mejorar el servicio y a pagar lo justo por el mismo.
Los dueños de las concesiones no quieren esperar al nuevo gobierno ni tampoco a que les bajen los precios de los combustibles en tres años. Quieren respuestas y las quieren ahora.
Lástima que no haya colaboración entre los gobiernos saliente y electo, como lo hay en el ámbito federal, porque sería de gran ayuda que presentaran un solo frente con los transportistas, tratando de sumar las propuestas y de llegar a acuerdos.
La autoridad sin duda aplicará la ley a quienes alteren las tarifas, pero sin diálogo y consenso esto podría derivar en un paro general que nadie quiere. |