A partir de hoy entraron en vigor las modificaciones y adiciones al Código Penal de Tabasco, las cuales contemplan (en términos generales) castigar a quienes al manifestarse impidan el libre tránsito a terceras personas y/o condicionen el mismo. Esta modificación fue bautizada como la ‘Ley Garrote’, debido a que las penas son altas y la oposición alegaba que se tomaría como un pretexto para tomar cualquier protesta como un delito y así reprimir cualquier acto de disentimiento o repudio hacia el gobierno.
Ahora bien, si leemos esta ley, podemos constatar dos cosas:
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Está bien detallada. Especifica que se castigará sólo a quienes obstaculicen alguna obra, sea pública o privada, así como a quienes impidan o condicionen el libre tránsito de personas, vehículos, maquinaria, etc.
Es verdad que la condena es alta, pueden ser hasta 20 años de prisión, 30 si se trata de un servidor público, exfuncionario o una asociación delictuosa quien realice estas acciones. En mi opinión, no está mal.
Pero hay que abordar la incongruencia de esto también. Es decir, estamos hablando del estado del cual es originario el presidente. Un luchador social que utilizó hasta el cansancio el recurso de imposibilitar el libre tránsito, así como la condición al mismo. Pero sobre todo, que el mismo Andrés Manuel haya avalado esta decisión es una muestra total de incoherencia.
«Yo pienso que se estaba abusando, había extorsiones, corrupción y era necesario poner orden», expresó el mandatario nacional durante su conferencia matutina. Aunque, como siempre digo, en esta administración ya nada parece sorprendernos.
Lo que me causa bastante curiosidad y gracia a la vez, es que sus simpatizantes y seguidores aplaudieron esta acción, olvidando que esta medida es completamente opuesta a la izquierda. Tiene tintes represivos y es probable que quienes siguen el ejemplo de Obrador sean encarcelados por una ley que él mismo aprobó. Irónico…
Pero en fin, yo celebro esta modificación en el estado de Tabasco y espero que se replique en otras entidades del país. Pues al mismo tiempo que se debe respetar el derecho de manifestarse, también debe abundar el respeto a la libertad de los demás. En la medida en que exista equilibrio entre estos dos derechos, todo saldrá ‘requetebien’.
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