Si bien es cierto que la elección entre una falda o un pantalón no es un acto de adoctrinamiento per sé, lo que sigue sí que lo será.
Basta con analizarlo un poco, ni siquiera requiere mucho esfuerzo darnos cuenta de que esto busca una deconstrucción del sentido común para abrir paso a una dictadura ideológica que poco a poco busca ser la única que se practique.
Recordemos cuando éramos niños… ¿Usted se vestía sola o solo? ¿O necesitaba de la asistencia de sus padres? A los 3 o 4 años, ¿usted elegía su vestimenta? ¿O simplemente no le ponía atención y confiaba en la elección de sus papás?
Definitivamente, si a usted siendo varón le hubieran hecho vestir una falda a los 3 años, no le hubiera molestado en absoluto. Tal vez hasta le hubiera divertido, pero ¿eso a dónde lo hubiera llevado?
Todo lo que nos sucede en la infancia determina las decisiones que tomaremos en la adultez, está comprobado y es absolutamente lógico. Si desde pequeños nos enseñan que “es mejor” ser homosexual que ser heterosexual, llegaremos a creerlo.
Pero la verdad es que no “es mejor” tener ninguna orientación sexual. No es mejor ser heterosexual que ser homosexual, transexual, bisexual, etc., ni viceversa. La orientación sexual es algo que se define con base en los gustos y preferencias personales de cada individuo, pero esta orientación se da en la adultez y debe ser libre y consciente; no obligada, ni aprendida.
El punto es que siendo niños hay muchas cosas que no sabemos elegir y necesitamos la asesoría de quienes cuidan de nosotros. Entre ellas: la vestimenta, nuestro comportamiento, el discernimiento entre lo que está bien y lo que está mal y por supuesto, nuestra sexualidad.
Entonces, con esta nueva ley del ‘uniforme neutro’, ¿quién elige si usan falda o pantalón? ¿Los niños de 3 años o los padres de esos niños? Creo que la respuesta es bastante lógica.
Y entonces es cuando vemos todos los resentimientos de los tutores homosexuales o neo-feministas reflejados en los más inocentes: los niños.
Pensémoslo un poco:
Es como cuando un padre, frustrado por no haber sido jugador de futbol, hace hasta lo imposible porque su hijo sí lo logre, aunque el niño no lo desee así.
O como cuando una madre que quiso ser médico y no pudo, obliga a sus hijos a estudiar esa carrera para salir adelante.
Pero los pequeños son inocentes, no idiotas. Y cuando algo no les parece, no dudan en hacerlo notar.
Aquí el problema es que no estamos hablando de gustos superficiales o de vocaciones, sino de orientación sexual y eso no lo cambias mudándote de carrera. Puede generar un daño irreversible en el menor y es lo que debemos evitar.
Dejemos las cosas claras, no estoy en contra de la homosexualidad ni nada por el estilo. Estoy en contra de que el colectivo LGTBI y el feminista del ‘Pañuelo Verde’ utilicen la discriminación homosexual o la equidad de género con fines ideológicos y políticos. Y sobre todo, que ataquen a las mentes más inocentes y maleables: la de los infantes.
Porque esto no es nuevo, es decir, tal vez lo sea en México, pero la ideología de Género ya existe en otros países y en todos, una vez que se asienta, “saca el cobre”, como decimos en mi barrio.
Basta con voltear a ver a Argentina, un país latinoamericano en donde recién se asentó está forma de pensar. En la Ley Nacional 26.150 se establece que tanto «el Estado nacional como los estados provincianos garanticen la “Educación Sexual Integral” (ESI)», la cual promueve que los pequeños establezcan relaciones entre ellos para que puedan «ampliar su horizonte social y cultural para el desarrollo pleno de sus subjetividades».
¿Qué significa esto? Pues que los niños tengan prácticas sexuales disfrazadas de «reconocimiento de la intimidad propia» o «reconocimiento del cuerpo como totalidad con necesidades de afecto, cuidado y valoración». O mi favorita: «se sistematizan los conocimientos y prácticas (…) incluyendo la salud sexual y reproductiva desde una mirada integral».
La dichosa “mirada integral” no es más que enseñar que el hecho de que a un hombre lo penetren por el ano no tiene nada de perverso, sino todo lo contrario. Lo grave de todo esto es recordar que estamos hablando de niños muy pequeños, no de adultos.
Y lo peor de todo esto es que es obligatoria. Y es parte de lo que convierte a esta ideología en una dictadura. Ya que quienes portan esta bandera, se dicen inclusivos y tolerantes, pero no toleran que tú pienses distinto.
Es decir, ya seas hombre o mujer, si piensas diferente eres homofóbico, machista, opresor, retrógrada, etc. Vaya, que incluyentes…
Así mismo, en España, lugar donde esta dictadura ideológica ha tomado más terreno, los niños son obligados a actuar como niñas para que “entiendan lo que es ser mujer”. ¿Qué clase de “educación” es esa? Adoctrinamiento puro.
¿O qué me dicen de Suecia? Donde estos colectivos buscan que sea ilegal para los hombres orinar de pie porque, según estos movimientos, es opresor y marca desigualdad de género. ¡Háganme el maldito favor!
Es ahí donde le Ideología de Género demuestra lo que en verdad es: un movimiento con intereses políticos e ideológicos que busca promover una dictadura en la forma de pensar de todos.
Porque no importa que de manera natural los hombres y las mujeres se atraigan. Para estos colectivos, esto está mal porque ofende a unos cuantos y así con los demás ejemplos...
Es tan fácil desenmascarar estas intenciones, pero a la vez es complicado ir en contra porque no es políticamente correcto. Pero precisamente por eso es que debemos alzar la voz, porque de permitir que se estatice, ya no será opcional, será obligatorio compartir esta ideología.
Por último, sólo me queda agregar que esto sólo es el comienzo. No se confíen de estas medidas absurdas, pues por absurdas que parezcan, esconden un objetivo atroz: perpetuar la Ideología de Género en México. Y eso es algo que no debemos permitir jamás…
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