Con sus conferencias de prensa diarias, el Presidente Andrés Manuel López Obrador habla tanto, trata tantos temas, que corre el riesgo de equivocarse en múltiples ocasiones. Y sucede.
Sin embargo, dentro de ese torrente de ideas en “slow motion”, de pronto el Presidente hace apuntes muy atinados.
Este jueves tuvo uno de ellos:
- ¿Coincide en que la administración pasada no hizo prácticamente nada?
- Es que no quiero ya seguir responsabilizando a la administración pasada y a los de antes de esa administración; solamente cuando se necesite para diferenciarnos, porque hay veces que calienta porque nos comparen. Entonces, sí. Pero ya es nuestra responsabilidad, o sea, ya no es para estar diagnosticando; ya sabemos, hay grandes, graves problemas nacionales y los tenemos que enfrentar.
Está por concluir el noveno mes de su administración y decide poner un “hasta aquí” en la cantaleta de que todo lo que sucede mal es culpa de los que pasaron antes.
Son los mismos nueve meses que tiene como gobernador Cuitláhuac García, quien esta misma semana, en su viaje a la Ciudad de México, al referirse a los problemas de inseguridad lo primero que dijo fue que los responsables de la actual crisis en esa materia eran los gobiernos que lo antecedieron.
Y Miguel Ángel Yunes Linares se pasó los dos años de su administración gritando “atrapen al ladrón!”, mientras llenaba sus propias alforjas con lo poco que habían dejado los otros saqueadores.
Y su hijo decidió ver más allá del bienio de su padre y en su campaña repitió la perorata del 2016, acusando a Javier Duarte de todos los males. Ya no se lo creyeron.
No es eso lo que la gente quiere escuchar. Lo que el ciudadano de la calle busca es alguien que les diga cómo están las cosas, cómo se pueden resolver y, en algunos casos, en qué pueden ayudar.
Pero ese discurso maniqueo debe ser desterrado también en los hechos. Si algo le ha hecho daño a este país (y a esta entidad) ha sido esa maldita costumbre de nuestros gobernantes, de descalificar todo lo que otros hicieron antes, pues resulta que ellos son “los únicos poseedores de la verdad”.
Y cuando llega un gobernante formado en las filas de esas fuerzas hegemónicas, que construyeron lo que hoy es este país, y pretende borrar a punta de “decretazos” todo lo que se encontró, “porque es producto de gobiernos conservadores, corruptos, mafiosos”, entonces descubrimos que vivimos en un mundo mágico, en el que hemos sobrevivido durante décadas en el error, y en seis años (falta que nos diga que “por el bien de la cuarta transformación” necesitará quedarse más tiempo) nos van a cambiar… hasta la forma de caminar.
México no se compone en seis años, ni todo lo que se construyó en el último siglo debe ser eliminado.
El mexicano lo sabe.
En sus genes existe un componente de rechazo al totalitarismo.
¡Caminemos hacia adelante!
Y como dijera un clásico: Ni un paso atrás, ni para agarrar impulso.
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Epílogo.
Ahora sí, con un árbitro imparcial, con propuestas claras y mecanismos transparentes, el Partido Acción Nacional (PAN) habrá de elegir a su dirigencia en Veracruz. *** Hay, eso sí, una gran diferencia. Los panistas ya vieron trabajar a Pepe Mancha, ya vivieron (y padecieron) ese modo autoritario, marrullero, voraz, de ejercer el mando en el partido. *** Jpaquín Guzmán Avilés y José de Jesús Mancha, los mismos contendientes, volvieron a registrarse. El primero, con el respaldo de un sector aún más amplio que el que presentó en la primera contienda. El segundo, con la abierta intervención del clan Yunes-Márquez. *** Desde el momento del registro, ya los candidatos mostraron su estrategia: Pepe Mancha beligerante, agresivo, acusando a su rival de “arrodillarse” frente a quienes hoy ostentan el Poder. Joaquín Guzmán sereno, seguro de sí mismo, convencido de que la campaña debe ser una confrontación de ideas, de propuestas, no de descalificaciones. *** Los panistas de Veracruz serán los que decidan.
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