DESDE que llegó a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha hecho de la ofensa, su quehacer cotidiano. No ha respetado a los empresarios, a los inversionistas, a los periodistas y medios de comunicación, a los representantes de los diversos sectores de la población y ahora, para terminar pronto, a los propios médicos mexicanos, de quienes ha dicho en los recientes días que solo han buscado enriquecerse, generándole una serie de críticas y reacciones en su contra, de tal manera, que ahora la comunidad médica le está exigiendo una disculpa pública, aparte de tener un espacio en las mañaneras, para poder tener el derecho que les asiste en materia de réplica.
Y es que el Presidente, castiga a todos con pésimas calificaciones como sobre nombres de fifís, conservadores, neoliberales, corruptos y otros que por creer que son parte del pasado, no merecen ser respetados, cuando en realidad, él mismo es parte de este tiempo ya ido y del cual no quiere saber nada, tan solo porque en ese tiempo político, principalmente, estuvieron los que considera sus más acérrimos enemigos, los que no le permitieron llegar a la Presidencia cuando él lo quería. Así son las cosas, al parecer no hay nadie que forme parte de la sociedad mexicana, que no sea parte del pasado y que por lo tanto, no sea culpable de todo lo que le pasó en el tránsito de su vida política en este país.
El Presidente mismo, no se ha hecho respetar y por lo tanto, tampoco puede demandar que lo respeten, salvo imponiendo un sistema de gobierno represor donde cobre todas las a facturas, que según él, están pendientes. Y se ha visto que ni siquiera sus propios colaboradores son respetados como tales, de ahí que un buen número de ellos haya preferido renunciar a sus respectivos cargos, los cuales no han sido menores, sino de meros Secretarios y Directores dentro de su gobierno que apenas camina por el segundo año de administración y en medio de una situación emergente de salud, que no ha logrado resolver, también por no aceptar la colaboración de todos y sentir que solamente, con sus supuestos treinta millones de votos que obtuvo en las elecciones del primero de julio del dos mil dieciocho, puede con todo el paquete de gobernar un país como es México.
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Se tiene entendido que pasada la contingencia que nos ocupa, es probable que otros más de sus más cercanos colaboradores, se separa voluntariamente de sus funciones, por no coincidir con el pensamiento presidencial, o por no aceptar instrucciones que no son viables en estos tiempos de grandes esfuerzos para salir adelante, pero sobre todo, por no recibir el respeto que se merecen. El Presidente se encuentra seriamente preocupado por las condiciones políticas que se están viviendo, así como por los grandes problemas que tiene que resolver relacionados con la pandemia del coronavirus, la cual, ya no ve como pasarla como culpa, también, del pasado, pero se da su tiempo para seguir expresando sus ofensas a quienes considera que no son parte de este proceso renovador que ha emprendido.
Pero fuera de estas consideraciones, lo que más se ha observado es su permanente actitud en contra de todos aquellos que no piensen con él o que sencillamente no quieran seguir sus instrucciones, tachándolos de cualquier cosa y recibiendo ofensas verbales del primer mandatario nacional, cuando en realidad debiera ser todo lo contrario, es decir, tener a un Presidente, que todas las mañanas se levante para informar al pueblo mexicano, de los avances que se tienen en el combate a la enfermedad, de las inversiones que se realizan por parte de su administración o de los diversos sectores productivos de México, para lograr nivelar las condiciones económicas en las que nos encontramos y entonces, sí, con todo derecho criticar lo que le dejaron y que no se ha logrado recomponer. El problema está en que no ha querido responsabilizarse de su gobierno, pensando que todavía se encuentran sus enemigos gobernando y que a ellos, solamente a ellos, debe cargarse toda la culpa de lo que esté pasando.
Los chairos y los fifís, ya son dos grupos perfectamente bien definidos y que no parecen corresponder a una nueva era ni tampoco a una cuarta transformación donde se quiere desterrar, como él mismo ha dicho, la corrupción de este país, cuando él mismo ha solapado una serie de actos corruptos en su gobierno y en tan solo diecisiete meses de administración.
López Obrador, no ha respetado a nadie, por lo que tampoco puede esperar que lo respeten, pues las ofensas que han expresado, han sido públicas y utilizando la televisión y la radio, como medios influyentes y que llegan casi a todos los sectores de la población, por lo que hay una evidente falta de seriedad en esta administración federal, donde además, se han identificado también, varias muestras de autoritarismo que llevan, finalmente, a un Estado dictatorial, donde todas las garantías se hayan perdido para dar paso a un nuevo sistema político de gobierno, donde solamente sea su voz la que se escuche.
El respeto es un valor esencial y fundamental en las constantes relaciones de los seres humanos. Sin este valor, no hay nada y menos cuando quien debe garantizarlo es quien lo promueve y es el primero en faltar a esta importante regla de la urbanidad. Nadie puede pedir que lo respeten, sino es el primero en poner este importante ejemplo.
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HISTORICA DECISION DE LA CORTE.
FINALMENTE, EL FALLO de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, echa por tierra las malas intenciones políticas del Gobernador de Baja California, Jaime Bonilla, quien apenas un mes después de haber ganado holgadamente las elecciones para el cargo que hoy ostenta, quiso, con apoyo del congreso local, reformar la constitución de aquella entidad, para alargar su gobierno de dos años para el cual fue elegido, para otro de cinco años, burlándose del voto ciudadano depositado en las urnas.
Jaime Bonilla, se dijo, ganó con más del cincuenta por ciento de los votos, la gubernatura para un periodo de dos años, pero emulando al Presidente de la República, en la práctica del poder alcanzado por gran número de votos, quiso imponer su voluntad, que de hecho la impuso ante el congreso local, donde le aprobaron el periodo para cinco años, siendo que los ciudadanos, un mes antes, habían votado solamente por dos años. En este proceso legislativo, se cometió un gran fraude con la voluntad del pueblo de aquella entidad, sin que nada ni nadie pudiera detener esta ambiciosa posición política.
Sin embargo, como ya se había informado oportunamente, el asunto quedó finalmente en manos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien de manera unánime, es decir, con el voto de todos los magistrados integrantes de la misma, resolvió que esta ley era anticonstitucional y que por lo tanto, quedaba sin efecto, obligando al gobernador del Estado, a cumplir solamente con el periodo para el cual fue electo, es decir, de dos años.
Así, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, recibió el reconocimiento de todos los mexicanos, en general, al haber resuelto conforme a derecho, esta situación que ya se consideraba peligrosa, porque se dijo también, en su momento, que podría ser una especie de medición del agua de los tamales, para que el Presidente de la República, procediera también, a una reforma constitucional y ampliar su periodo de gobierno de seis años.
Así quedó resuelta la situación legal de Baja California, donde no pasó nada y quedaron mal el gobernador, como los legisladores que integran la legislatura local, al haber dispuesto de voto probatorio para una ley que no tenía futuro.
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REGULAR MOVIMIENTO HUMANO.
AUNQUE NO LO quieran aceptar en las diversas esferas del poder, ya sea nacional, estatal o municipal, poco a poco, la gente está saliendo a trabajar, dejando el encierro al cual fueron convocados para evitar un mayor contagio del coronavirus en el país.
Y es que el dinero que tuvieron en determinado momento, ya se acabó y las familias exigen alimentación, vestido y medicinas, por lo que ya se está viendo, por ejemplo, en la capital veracruzana, una constante actividad humana, donde comercios, industrias y demás centros de trabajo, que no sean de carácter oficial, ya se encuentran en gran movimiento con la finalidad de producir y rescatar sus empleos, aunque no sean considerados esenciales en este momento.
La gran mayoría de veracruzanos, especialmente los que viven en la capital, necesitan recursos económicos, al menos que sean maestros o empleados que aún sin trabajar, están recibiendo su sueldo quincenalmente.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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