YA NO HAY ninguna duda de que en México, el régimen federal, es meramente absolutista.
El poder, que por cierto es mucho, se encuentra depositado en una sola persona y es la que realmente manda, después de haber sujetado a sus particulares decisiones a la propia legislatura, así como al poder judicial y varios organismos que hoy dependen, propiamente, de la única palabra que vale, es decir, la del Presidente de la República.
El país, en este sentido, ha retrocedido varios siglos, porque la imposición que hoy prevalece en la vida política, económica y social, es desmedida y fuera de las propias determinaciones constitucionales.
La mayoría en el Congreso, a favor del partido en el poder, está ahora al servicio, también, de quien manda a nivel nacional, sin que le pueda negar nada, pues el mismo partido político que llevó al actual Presidente al poder, se considera una particular propiedad de quien ejerce el poder y por lo tanto, la obediencia es también de carácter absolutista.
Ya no hay nada que se oponga a los caprichos presidenciales, a las ocurrencias del hombre que también se considera un Dios, guía en todos los sentidos, de la gran mayoría de mexicanos, que una vez más se ven esclavizados por una moderna actitud presidencialista que más bien se parece a una verdadera dictadura, donde nadie tiene la razón, donde se hace, propiamente, lo que dice el Señor…Presidente, sin que otras voces se atrevan a contradecirlo, al menos que esperen el rechazo permanente a sus observaciones.
La democracia, también se ha venido abajo y hasta en las mismas filas del partido político en el poder, patrimonio político, de quien manda en el país, se ha generado el divisionismo como una consecuencia del mismo poder absolutista que tiene el Presidente, quien todo el tiempo arroja la piedra y esconde la mano, haciendo creer a sus propios militantes y ciegos seguidores, que él no interviene en la conformación de su nueva dirigencia.
Y tan solo para ver la dimensión de hambre de más poder, ha declarado, cínicamente el Presidente, que aún siendo mandatario de la nación, también puede ser el dirigente de su partido, lo que no está lejos de suceder, luego de que los conflictos internos podrían tener como origen en las oficinas del propio Palacio Nacional, queriendo que no haya acuerdos para con ese pretexto tomar las riendas de esta organización que considera suya y nada más que suya, aunque haya quien todavía tenga la creencia de que Morena, es un partido político del pueblo y para el pueblo.
Poderes e instituciones del país, en menos de dos años de gobierno, han quedado en manos del Presidente, y éste, desde ahí dictará las instrucciones que quiera para construir el futuro y destino de la nación, a la cual, en estos momentos ya considera también suya, de su mera propiedad, porque así lo decreta su creencia en un ser superior que lo ilumina.
México, el país con gran historia, con grandes movimientos políticos y sociales, con grandes personajes que lo hicieron grande, ya no tiene futuro, ya no tiene destino, cuando menos en un tiempo de seis años o más según lo quiera el Señor…Presidente.
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Y SE CONCRETO parte de la venganza política del ahora mandatario nacional, luego de que, misteriosamente, se le negara el registro como partido político a la asociación civil México Libre, comandado por la esposa del ex Presidente de México, Felipe de Jesús calderón Hinojosa.
Ya comenzó, desde ahora, el enjuiciamiento de quien también, con menos poder, mandó en el país, pero que tuvo sus errores, principalmente, haber estado como opositor del actual Presidente de la República. Por ese solo hecho, se convirtió en uno de los principales enemigos de quien manda ahora.
Aún con las pruebas en la mano, México Libre, no pasó como partido político, ni tampoco pudo resistir a las consecuencias que ya eran esperadas.
El INE, deja de ser un organismo confiable y el Tribunal Electoral, dependiente del Poder Judicial de la Federación, también queda en entredicho por sus decisiones que no son, de ninguna manera, compartidas por la mayoría del pueblo mexicano.
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QUIZA UN POCO PARECIDO al ex Presidente Vicente Fox Quesada, quien se hiciera famoso con aquella frase del “Y yo, porqué?, ahora también el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, niega responsabilidad en el caso de la desaparición de los más de veintisiete mil productos oncológicos que se habían adquirido, supuestamente, para la aplicación de los tratamientos del cáncer que padecen miles de niños en este país.
A ambos personajes, se les olvidó, primero a Fox, y ahora a López Obrador, que la responsabilidad de todos los asuntos del país, es de quien manda constitucionalmente y que tiene la obligación de responder por todos estos compromisos.
El Presidente de la República, cualquiera que sea en su momento, tiene toda la responsabilidad del país y tiene que enfrentar todos los problemas que padezca la nación, por lo que el supuesto robo de los medicamentos, es responsabilidad oficial que recae, necesariamente en el Presidente de la República, por lo que no se vale que ahora diga que él no es responsable de estos hechos.
Si el Presidente, el Jefe de las instituciones en este país, no es responsable de lo que pasa en su territorio, entonces la pregunta que surgiría de inmediato sería ¿entonces quién?.
Cada día nos sorprende más la famosa cuarta transformación, que se ha convertido ya en la cuarta corrupción.
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Y SEGUIRA LA MATA DANDO, porque ahora, el Presidente, sigue insistiendo en que la famosa consulta para preguntarle al pueblo si quiere que se enjuicie a los ex presidentes de México, por lo que ya ha ordenado a la legislatura federal, que se modifique la Constitución General de la República, para que dicho proceso se lleve también a cabo con las elecciones intermedias del seis de junio del año que entra.
Este es otro capricho presidencial, para entrar de lleno en las propias elecciones que ya sea avecinan, en evidente intromisión política para darle mayor oportunidad a su partido Morena, de ganar la mayoría de las posiciones políticas en el Congreso, y de esa manera seguir haciendo lo que le venga en gana.
México, está en peligro. El Presidente, como Dios, que así se cree, quiere estar en todos lados.
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Y EL LUNES, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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