ALGUNA VEZ, en esta misma columna política, hicimos referencia a que el Partido Revolucionario Institucional, guardaba una sorpresa. Parece que no estábamos equivocados y que, finalmente, el tricolor decidió despertar, un poco auxiliado por los enormes errores que se han estado cometiendo dentro del gobierno de la cuarta transformación, producto de la soberbia acumulada por en casi dos años de administración, donde se la han pasado echando la culpa a los demás, sin cumplir, prácticamente, con los compromisos contraídos antes y después de la campaña política, pero ya no desde el momento en que pasaron las elecciones del dos mil dieciocho, donde ganaron ampliamente y se olvidaron, completamente, del pueblo que los ascendió al poder.
Los resultados de las recientes elecciones de los Estados de Hidalgo y Coahuila, son tan solo el primer aviso de lo que el pueblo ya está pensando y que habrá de definir para las elecciones venideras del mes de junio del año entrante.
Por su parte, el PRI, siendo el partido político más vapuleado a nivel nacional, debido a las grandes promesas del ahora Presidente de la República, se cobra la primera factura política y va por más en las próximas elecciones intermedias, que siguen siendo, a pesar de estos acontecimientos, el proceso electoral que promete hacer más cambios en la vida política nacional para demostrarle a quien manda en el país, que hay suficiente memoria entre los mexicanos, y que nadie, por más que quiera, puede aguantar tanta desilusión en un gobierno que le bajó el cielo y las estrellas y que ahora, por diversas razones, se niega a reconocer.
Queda demostrado, una vez más, que nada es para siempre y que en cualquier momento, como el propio pueblo lo dicta, las cosas pueden cambiar súbitamente y darle un nuevo giro al destino de la nación por más que se quiere imponer un sistema de gobierno, avalado por la fuerza, y practicado con diversas ocurrencias.
Aunque no se esperaba un resultado de esta naturaleza en las elecciones del domingo pasado, la verdad de las cosas es que nace una nueva esperanza, que sí es la de México, para poder cambiar el panorama político y con ello la vida de millones de mexicanos, los cuales han estado observando como se desvanece este país que siempre había tenido avances hacia su propio desarrollo y que en tan solo unos cuantos meses, se le quiere transformar sin fundamentos y sin programas definidos.
Y es que tanto es el desencanto entre el pueblo mexicano, que los resultados electorales del pasado domingo, fueron contundentes, serios, generados por una población que ya ha visto todo en tan solo veintiún meses y medio, aproximadamente, donde la única evaluación que pueden hacer es el desastre político, económico y social, evidenciando un verdadero absolutismo, el cual se ve también hasta en las mismas filas del partido en el poder, además de una creciente crisis de recursos económicos para toda la población en sus distintos sectores sociales y una multiplicación de la pobreza, así como la desesperación por no tener el apoyo del gobierno federal para enfrentar las enfermedades más crudas y reales que padece el pueblo mexicano, en general.
Hidalgo y Coahuila, es un primer escenario político regional, que seguramente cundirá en todo el territorio nacional, dando por seguro, una nueva emisión del voto popular, pero quizá, mucho más analizado y con más atención para quien lo deba merecer.
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MORENA, EL ORGULLOSO partido político que llevó a López Obrador, a la Presidencia de la República, ha recibido un primer golpe muy similar, aunque no en la misma dimensión, de aquél que propinó a todos los partidos políticos en las bien recordadas elecciones del primero de julio del año dos mil dieciocho.
Todos los partidos opositores tuvieron que replegarse y no aparecer desde ese tiempo en el escenario nacional de la política, pero ahora están sacando la casta y se han propuesto enfrentar, aún con todas las adversidades políticas, equilibrar la fuerza política en los congresos, en los ayuntamientos y seguramente, más tarde, en la mayoría de las gubernaturas y la misma Presidencia de la República, que ahora ya se ve más en posibilidades de que vuelva a las manos de la oposición, ya sea del PAN o del PRI, pero finalmente, dando un nuevo giro a la vida política nacional.
Para Morena, seguramente, estas elecciones que no estaban contempladas con estos resultados, son un rotundo fracaso que posiblemente les duela hasta la médula de sus propios huesos, pero que los pone, al mismo tiempo, en una permanente preocupación hasta el seis de junio, cuando se tenga que reevaluar la situación política existente en todo el país.
Por lo pronto, Morena, tiene que asimilar bien este fracaso, porque no es perder una elección, sino también es el significado de lo que pude venir en el inmediato futuro.
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AÚN CON LA PADEMIA del coronavirus, prácticamente encima, revive el tricolor con mucha fuerza y decisión, lo que indica, una vez más que este partido nunca ha estado muerto y que al contrario, resurge con más pasión política para rescatar los espacios que perdió hace apenas dos años y algunos meses.
La pandemia, parece que ahora le cayó al PRI, como anillo al dedo, puesto que ha permitido que durante este tiempo, la población mexicana que vota en las urnas, se diera el tiempo suficiente para reflexionar sobre la situación que impera en México y las posibilidades de que se pueda dar un vuelco a estas condiciones, de las cuales ya se dio cuenta perfectamente bien, que no le favorecen en nada.
Sin embargo, para el PRI, estos triunfos echar por tierra la posibilidad de una alianza política con los demás partidos llamados tradicionales, porque esto no significa que sea todo, sino que es tan solo la oportunidad para reflexionar sobre la situación que impera y darse cuenta que aún es tiempo de salvar a México.
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ES POSIBLE, YA LO DICEN algunos analistas políticos, que estas elecciones recientemente desarrolladas en los Estados de Hidalgo y Coahuila, sean consideradas como umbral de lo que puede suceder el seis de junio del año que viene.
Estos resultados obtenidos, más que nada, por el Partido Revolucionario Institucional, tendrían que analizarse desde el punto de vista particular de dos Estados gobernados por el tricolor, es decir, que no se puede tomar como un verdadero referente político, puesto que hay circunstancias que se encuentran de por medio y que pudieran haber influido en los números.
Se entiende esta opinión, pero no deja de tener algunos elementos como el desencanto popular en el gobierno actual, que también pudieron estar detrás de todo el proceso electoral.
De ahí que no sea definitivo este indicativo de grandes triunfos en las elecciones que vienen, pero son, cuando menos, para los priistas y también para panistas, datos que les pueden ayudar a descifrar el contenido político del futuro proceso electoral.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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