¿Kime cuentas?
Sebastian Kim.
 

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La Ley de Herodes
2021-03-18

«O te chingas o te jodes», así dicta la tan famosa frase por todos conocida, haciendo referencia a que dicha “ley” implica que se hace lo que uno dice, a como dé lugar y a pesar de cualquier consecuencia. Fue en 1999 que estrenó en el cine mexicano una película titulada con esta frase, siendo una gran parodia y una fuerte crítica a las formas de gobernar del llamado “viejo PRI”. Hace unos años parecía el recuerdo de un obscuro pasado de la política mexicana que nos hacía pensar que no podíamos volver a pasar por lo mismo, qué equivocados estábamos…


Mucho se ha dicho que la actual administración, encabezada por el presidente López Obrador, está empeñada en regresar a las prácticas del pasado, anhelando un Estado interventor en prácticamente todas las actividades de la sociedad, cuando desde hace décadas veníamos saliendo de eso, justamente porque los resultados han sido desastrosos, llevándonos al borde de una dictadura. Hoy las acciones de este gobierno son un retrato de la sátira plasmada en la película antes mencionada, con la diferencia de que en la realidad no causa la menor gracia.


Son varios los ejemplos que podemos comparar entre el filme de la década de los 90’ y la administración actual, pero de los más representativos son las inauguraciones de proyectos en obra negra y las modificaciones a la Constitución por mero capricho del ejecutivo federal. Una escena que marca la película es cuando el personaje principal, Juan Vargas, en su facultad de presidente municipal, inaugura un sistema completo de energía eléctrica para la ciudad entera, pero en realidad sólo instala un poste de luz con cables que no funcionan, lo que inmediatamente nos evoca las inauguraciones del Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucía, ambos proyectos que no tienen siquiera la fachada terminada. Muy probablemente pase lo mismo con la refinería de Dos Bocas


En cuanto a las modificaciones a nuestra Carta Magna a voluntad del presidente Andrés Manuel, van varios cambios en los últimos dos años, la mayoría bastante polémicos, pero más polémico (y preocupante) es el hecho de que el mandatario nacional se está acostumbrando a hacer y deshacer leyes a su antojo. Por mencionar algunas de las más mediáticas, están la reforma de la aprobación de la Guardia Nacional y sus funciones, la validez de las consultas populares y la revocación de mandato de los gobernantes, la supuesta eliminación del fuero al presidente, la cancelación de la reforma educativa y una de las más dañinas al contribuyente, la reforma en materia fiscal en relación con la extinción de dominio.


El problema es, reitero, el propio hecho de que el presidente aproveche que tiene mayoría en ambas Cámaras legislativas para imponer su voluntad, en vez de aprovecharla para hacer reformas en beneficio del pueblo mexicano. Recientemente, el ejecutivo federal envió una iniciativa para reformar la Ley de la Industria Eléctrica, de la cual hemos charlado bastante en este mismo foro. Se dijo hasta el cansancio que dicha reforma era, además de dañina para el país, inconstitucional, por lo que lo más probable era que le llovieran amparos, tanto nacionales como extranjeros y así sucedió. A raíz de lo anterior, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) suspendió la reforma del presidente, declarándola inconstitucional.


Evidentemente, esto molestó al mandatario nacional, pero fiel a su estilo, no iba a reconocerlo ni aceptarlo, por lo que la mañana de ayer, desde el púlpito presidencial externó que, si la reforma era inconstitucional, pues habría que modificar la Carta Magna, «o te chingas o te jodes». Sin duda, la escena más recordada de la película a la que estoy haciendo alusión es cuando Juan Vargas modifica la Constitución para poder reelegirse hasta cuatro veces y por periodos de hasta veinte años. ¿Suena exagerado? Viendo las acciones e intenciones del actual presidente, no tanto…


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