Figuras y figurones.
Francisco Licona.
 

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Buenrostro y su mano de hierro, rumbo a una guerra comercial
2022-10-07

He comentado que, extrañamente, México fue quien solicitó el Panel de controversias desde el 6 de enero de este año bajo los términos del pacto comercial conocido como T-MEC, con el fin de resolver sobre la interpretación estadounidense de las reglas de origen el sector automotriz que afectan al país. 


A esa demanda de solución de México pronto se unió Canadá, tras argumentar que la interpretación que adoptó la Unión Americana sobre reglas de origen en ese sector presentaba inconsistencias. 


Sin embargo, la reacción y respuesta de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) no se hizo esperar y solicitaron consultas para la solución de controversias al amparo del capítulo 31 del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) en contra de la política pública y regulatorias de México que han impactado negativamente a sus empresas de energía para beneficiar a la Comisión Federal de Electricidad y a Petróleos Mexicanos, queja en la que también Canadá se adhirió y anunció su apoyo a los Estados Unidos y que lanzaría sus propias consultas sobre el tema. 


Ante ello y de acuerdo a los procedimientos acordados en el T-MEC, el 2 y 3 de agosto se iniciaron las audiencias en Washington para pretender, por la vía del diálogo, encontrar soluciones para no llegar a un Panel de Controversias. 


Así, lo que quizá en México se olvidó -o se quiso olvidar- es que el calendario para la solución de controversias tenía fechas fatídicas y que el pasado 3 de octubre terminó el periodo formal de negociaciones que se llevaron a cabo en Washington y lo que sigue es que se tienen otros 15 días (o sea hasta el próximo 18 de octubre) para que se designe al Presidente del Panel o que se llegue a un acuerdo pacífico, lo que no pudo lograr México Tatiana Clouthier en el periodo conciliatorio. 


De acuerdo con el calendario, cada país deberá nombrar a sus respectivos panelistas a más tardar el próximo 2 de noviembre, después de lo cual, del Panel deberá surgir un informe preliminar el 1 de abril y un informe final el 1 de mayo del 2023, en donde el país que pierda deberá indemnizar a los perjudicados no tan solo con las pérdidas reales, sino las que se calculó pudieran haber tenido de no existir la controversia. 


No pocos expertos han escrito que en caso de que México pierda la Controversia, lo que se tendría que desembolsar de las arcas sería entre 40 o 50 mil millones de dólares, pues no solo se tendrán que indemnizar pérdidas, sino también las utilidades que esperaban obtener las empresas perjudicadas. 


Es más, la probabilidad de que México pierda es muy alta en virtud de que la Controversia se centra en la metodología que mide el contenido regional para que los automóviles se comercialicen libres de aranceles, un método muy estricto y diferente de lo que México y Canadá creen que acordaron en el T-MEC. 


O sea, al parecer México ha caído en lo que se conoce como la ‘Trampa 22’. Al país aún le quedan dos caminos: 


1.- Se aceptan los términos firmados en el T-MEC y se permite que sigan los negocios gringos como está pactado y México acepta que no supo ni lo que firmó. 


2.- Seguir de frente al Panel de Controversias y esperar a que llegue mayo del 23 para pagar. 


Sin embargo, al parecer México ya decidió mantenerse firme en su postura e ir al Panel de Controversias de la mano de la matemática y master en economía Raquel Buenrostro, pensando que ésta podrá aportar las pruebas necesarias para echar abajo en el juicio, las interpretaciones ‘erróneas’ de los Estados Unidos. 


Un juicio cuya resolución ya no dependerá de lo que México, ni los Estados Unidos, ni Canadá, piensen o quieran, sino de expertos internacionales, pues será un juicio en el que su dictamen será inapelable. 


La pregunta es si Raquel Buenrostro, matemática, máster en economía, con su mano de hierro, rijosa como es, tendrá los arrestos de sensibilidad para llevar al Presidente AMLO a un acuerdo como el camino uno antes descrito, o de plano se desaprovecharán los días que faltan de aquí al 18 de octubre para que ceda en su postura inicial. 


La respuesta es que no. 


El presidente ya decidió no ceder ni un ápice y ello se infiere al escoger a Raquel Buenrostro y no a una persona más sensible y con peso moral como para decirle NO, al presidente. 


La perspectiva se ve clara. 


México iniciará no una guerra armada contra Estados Unidos, pero sí una guerra también dolorosa, la comercial, en búsqueda de la solidaridad y reconciliación de los intereses políticos mexicanos que solucione a fin de su mandato la polarización en la que se ha caído. 


Esos son los escenarios: Buenrostro entra a la guerra y Tatiana Clouthier se fue por no estar de acuerdo con la postura inflexible que le fue marcada desde Palacio. 


Así se ven las cosas, por ahora.


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