Se le percibía confiado, seguro de sí mismo y tácitamente auguraba que él seleccionaría al candidato del PRI a la gubernatura, con la venia del presidente Peña Nieto.
Hoy está preso y el mérito de su captura se lo disputan la Procuraduría General de la República y el gobierno estatal de Veracruz. O sea, el presidente Enrique Peña Nieto y el gobernador Miguel Ángel Yunes.
Circulan, además, un sinfín de conjeturas: que si es una detención negociada, que para distraer la atención, que para mejorar la imagen del PRI y gane las elecciones en el estado de México, que para que confiese que apoyó con dinero a López Obrador y así bajarlo del primer lugar en las encuestas, etcétera y etcétera.
Lo cierto es que ya está en prisión, que los veracruzanos están de plácemes y esperan que caigan más ex servidores públicos y políticos en funciones que se robaron millones y millones de pesos.
Pesan muchas acusaciones en su contra y la que a más gente importa es la del dinero desviado o robado. Son miles de millones de pesos.
¿Dónde está este dinero, cuánto y en cuánto tiempo será recuperado? El pueblo exige justicia.
Que si fue Yunes el que denunció, presionó y logró que se le encarcelara o fue Peña Nieto a través de la PGR, ya no es lo relevante. Y sí, en cambio, que se castigue a los responsables del saqueo y se reintegre a Veracruz lo que le corresponde.
A mi juicio, el políticamente más beneficiado con la captura de Javier Duarte no es Enrique Peña Nieto, ni el PRI, sino Miguel Ángel Yunes Linares.
Y si se recupera todo el dinero robado, realmente se habrá hecho justicia a Veracruz. |