Precisamente, la curiosidad de esta reciente amistad radica en cuáles serán los intereses del empresario al apoyar los proyectos de López Obrador. Porque, como bien lo refirió Slim, estos apoyos no son una dádiva, sino inversiones a mediano y largo plazo. Lo que quiere decir que espera obtener ganancias de esto.
Pero estas ganancias no son meramente financieras, o bueno, al menos yo no lo creo. Más bien pienso que estamos presenciando la campaña de un probable contendiente rumbo al 2024 que busca hacer méritos y hasta ahora, es quien mejor lo ha hecho.
Y es que la tiene más fácil que sus posibles compañeros de campaña, puesto que Slim no es empleado de Obrador, es decir, no está obligado a rendirle cuentas, contrario a los demás sonados candidatos.
Así pues, me atrevo a decir que el séptimo hombre más rico del mundo ve en esta administración una oportunidad palpable de dirigir a México. Veo a un empresario que vislumbra su nombre bañado en colores patrios y encabezando el rumbo de una nación.
Me parecería muy atractivo ver a Carlos Slim en la boleta presidencial, pues no concibo algún contrincante que le pudiera competir. Además, no importaría el partido que representara, pues sus aportaciones al país han logrado trascender cualquier ideología política. Tan es así que es el principal inversionista en una administración que pregona austeridad.
En fin, aún falta mucho para que eso suceda, mientras tanto, será interesante seguirle la pista al empresario mexicano y ver si sus intenciones son meramente económicas o si llevan un trasfondo político.
Y tú, ¿Kime cuentas?
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