Las últimas dos semanas han sido las más complicadas para el presidente López Obrador y sus aliados, pues a menos de un mes de las elecciones más importantes en la historia del país, el mandatario nacional se ha preocupado tanto por dichos comicios que dejó de lado su verdadera responsabilidad, que es gobernar. Esto, paradójicamente le ha perjudicado y mucho, pues la gente se está dando cuenta de lo que realmente le importa al ejecutivo federal.

Al carajo los niños con cáncer, al carajo las madres solteras y trabajadoras, al carajo los deportistas, al carajo los científicos, al carajo las víctimas de la violencia, al carajo las víctimas de la Línea 12, al carajo las leyes, al carajo la Constitución… en resumen, al carajo todos los que no piensen como él.

Basta con revisar los temas que se han abordado en su conferencia matutina en los últimos 15 días, así como el tiempo que le dedica a cada uno de ellos y, lo que más sale de la boca del presidente son ataques al INE, a la oposición, a la prensa y a todo aquél que se atreva a disentir de su opinión. El problema es que ya cruzó una línea que ni sus antecesores a quienes él llama corruptos se atrevieron a cruzar, pues expresamente el ejecutivo federal afirmó que está “metiendo las manos” en el actual proceso electoral.

Esto es algo muy grave, porque es un claro indicativo de que el mandatario nacional se siente intocable, se siente impune, pero, sobre todo, piensa que está bien hacer su voluntad a costa de lo que sea. Acciones de este tipo son completamente contrarias a la democracia, está pasando por alto la voluntad de los ciudadanos y está haciendo lo que él quiere en nombre de “el pueblo”, pero la realidad es que el verdadero pueblo no está de acuerdo con todo lo que el presidente está haciendo.

De esta manera, el hombre con más poder en México desde Salinas, lo está queriendo aprovechar para ejercer su voluntad, cumplir sus caprichos y, de paso, ayudar a sus amigos. El presidente que se autoproclama como el más humanista, resultó ser el más insensible de todos; quien se llama a sí mismo un demócrata, resultó ser el más autoritario y, quien prometió por casi 20 años ser y hacer un verdadero cambio en la vida pública del país, resultó ser una combinación de lo peor de todos sus antecesores…

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