El neoliberalismo también provocó efectos negativos en la estructura interna de las universidades mexicanas, el mayor de los cuales fue una profunda diferenciación de ingresos y condiciones laborales entre un núcleo cada más reducido de docentes de base y una inmensa periferia integrada por sus pares temporales. La precarización del trabajo docente es uno de los más graves problemas del sistema de educación superior en México. Y hoy es la causa directa del enésimo paro de labores en la UNAM.
Paralelamente se consolidó una burocracia universitaria que, como nunca, usó discrecionalmente los recursos financieros en su provecho. El despilfarro y la corrupción en las universidades públicas alcanzaron niveles inimaginables durante el neoliberalismo. No olvidemos que en ese nefando crimen llamado la “estafa maestra” algunas instituciones de educación superior jugaron un papel central. De igual manera, es públicamente reconocido que algunos destacados funcionarios de universidades estatales purgan hoy condena por lavado de dinero y desvío de fondos, además que el mal ejercicio del gasto puso en riesgo de quiebra a varias universidades.
Con los aires de cambio que hoy recorren el país se abrieron nuevos derroteros para la universidad pública en México. La Ley General de Educación Superior recientemente aprobada establece una ruta para la eliminación de las cuotas como una primera medida destinada a ampliar la cobertura y abatir la desigualdad de acceso. Plantea también una serie de mecanismos para mejorar la coordinación y planeación del sistema nacional de educación superior, al mismo tiempo que afianza la autonomía universitaria como principio fundamental. Por su parte, la política de austeridad, aunque recusada por la actual burocracia universitaria, establece lineamientos generales para un ejercicio sano, responsable y eficiente de las finanzas que puede permitir un mejoramiento progresivo de las condiciones laborales de los trabajadores universitarios, sobre todo en el caso de sus profesores temporales.
Los aspirantes a ocupar la Rectoría de la Universidad Veracruzana deberían evaluar la pertinencia de estas orientaciones, más allá de sus opiniones políticas personales.
*Economista, latinoamericanista y asesor parlamentario |