A escasos días de las elecciones, de acuerdo con diversas encuestas, Morena tiene una preferencia electoral que va del 39 al 44 por ciento. Incluso, en el caso de las diputaciones federales se prevé una votación superior a la que alcanzó en 2018 aunque, debido a las nuevas reglas impuestas por el Instituto Nacional Electoral y la alianza que estableció con el PT y el PVEM, esto no se traducirá en un mayor número de escaños en San Lázaro para el partido del Presidente. Si en la actual LXIV Legislatura Morena tiene 253 diputados, en la próxima podría tener alrededor de 240.
La única interrogante es si Morena alcanzará la mayoría absoluta, de 251 legisladores, y si con sus aliados logrará la mayoría calificada. Con esto se auto consuela la oposición. Pero no hay que descartar que a la coalición gobernante le vaya mejor de lo que hasta ahora las encuestas permiten concluir. En primer lugar porque los ejercicios demoscópicos tienen un sesgo importante derivado de la pandemia: se han realizado exclusivamente por teléfono. Y también porque alrededor de un tercio de los ciudadanos todavía no decide su voto. Por tanto, es probable que Morena se quede con la mayoría absoluta que le permita aprobar leyes secundarias y el presupuesto sin recurrir a ningún otro partido.
Y, en cuanto a la mayoría calificada, hay que recordar que la Cuarta Transformación no la obtuvo en las elecciones de 2018. Sólo la alcanzó logrando la atracción del PVEM a la alianza gobernante. Con esto logró los 333 votos necesarios para hacer reformas constitucionales, a lo que, en todos los casos, sumó los votos provenientes de los acuerdos con la oposición (sobre todo con el PRI).
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En términos de distritos, se espera que Morena gane 195 de los 300 existentes, mientras el PAN se quedaría con 76 y el PRI únicamente con 16. En la Tercera Circunscripción, formada por los estados del sureste de la República, la ventaja del partido gobernante es mayor. En el caso de Veracruz, Morena ganaría por lo menos 14 de los veinte distritos perdiendo solamente Boca del Río, Coatepec, Xalapa, Veracruz y Orizaba (aunque en el caso de Xalapa los números están muy cerrados). Más aún, Cosoleacaque y Coatzacoalcos son el tercer y cuarto distritos con mayor ventaja para Morena en todo el país, tan sólo después de Villahermosa y Macuspana. Allí la oposición es prácticamente testimonial. Los morenistas Esteba Bautista Hernández y Tania Cruz Santos se acercan al 60 por ciento de las preferencias electorales y tienen casi treinta puntos de ventaja con respecto de sus más cercanos competidores.
Todo esto indica que la solidez electoral de la Cuarta Transformación no sufrió mayores daños en este primer tramo del sexenio. Las repercusiones de la pandemia sobre las preferencias electorales fueron mínimas o nulas y la tragedia de la línea 12 del metro se redujo a un impacto local, que tal vez se salde con la derrota de Morena en tres alcaldías de la Ciudad de México, pero no más.
Por otra parte, la coalición de los partidos de oposición, forzada por los empresarios encabezados por Claudio X. González, significó unos puntos de ventaja, pero no tantos como se esperaba. Y la esperanza opositora de que algo llamado “los partidos anti-AMLO” alcance la mayoría en la Cámara de Diputados es infundada porque los intereses inmediatos y concretos de sus integrantes los empujan a no consolidar un bloque parlamentario consistente.
En realidad, todo indica que tendremos que esperar todavía un poco más para la formación de una oposición de derecha realmente competitiva frente a la 4T. Y esta puede venir de figuras como Samuel García, Colosio Jr. y Pedro Kunamoto, antes que de los viejos partidos en crisis.
*Economista, latinoamericanista y asesor parlamentario |