Cuando estaba en la Secundaria “José Azueta” de Boca del Río, hace casi 50 años, había varios compañeros cuyos padres eran militares, con grado de oficial, no sé si de Capitán, Coronel, o General, y recuerdo que vivían el la Col. Militar que estaba sobre la carretera a “La Boticaria”, a unas pocas cuadras del cuartel de la 26 Zona Militar; carretera que, por cierto, hoy es la prolongación de la Av. Diaz Mirón del Puerto de Veracruz.

De tal forma que, aun cuando estos chavos no fueron mis entrañables amigos, como tantos otros con los que a la fecha nos seguimos frecuentando, en más de una ocasión acompañé a alguno hasta su casa pues la Col. Militar quedaba pocas cuadras adelante de la Col. Remes, que es donde yo vivía, y recuerdo que me admiraba la limpieza y orden que se veía por toda la colonia con los jardines comunes y los de las casas perfectamente cortados y muchos uniformados, supongo que soldados razos, deambulando por las calles  o haciendo labores de limpieza, jardinería, etc. así como apostados a la puerta principal de la colonia, controlando el acceso e incluso a las puertas de las casas como vigilando y cuidando a las familias, de vez en cuando veíamos pasar algún vehículo militar muy elegante y conducido también por un uniformado, en que  viajaban en el asiento de atrás un hombre con uniforme de oficial y condecoraciones o alguna señora “encopetada”, esposa de algún oficial, creo yo.

Traigo esto a colación por el reciente escándalo que ha sucitado la revelación de los viajes del General Secretario de la Defensa Nacional, Luis Crescencio Sandoval, que hizó Loret de Mola, mencionando que han sido realizados a diversas partes del mundo, acompañado de esposa, hijos, nueras, consuegros, etc., lo cual no tendría nada de extraordinario, pues todos merecemos disfrutar de merecidas vacaciones. Sin embargo, lo cuestionable es que ha trascendido que los viajes los ha realizado en aviones de la Secretaría y acompañados de todo un séquito de ayudantes, como choferes, cocineros, Valets, carga maletas etc. todos miembros de nuestras fuerzas armadas, además de dar a conocer que los gastos en hoteles, alimentos y toda clase de lujos se han realizado con cargo al presupuesto de la SEDENA.

Siempre he dicho que existen cosas que revelan los periodistas y son muy difíciles de creer pues las relatan como si ellos hubieran estado ahí, en este caso, como parte de la comitiva en esos viajes o revelan conversaciones privadas como si hubieran estado al lado de los protagonistas escuchando o incluso participando y por ello cuando lo hacen sin citar la fuente siempre dudo sobre la veracidad y credibilidad de ciertos comunicadores.

No obstante ahora, cuando Loret menciona que esa información es producto del Hackeo realizado por el grupo denominado “Guacamayas”, es de prestar mayor atención pues se supone que estos Hackers sustrajeron millones de documentos oficiales de los servidores de la propia SEDENA y esto le ha venido imprimiendo más credibilidad a los trascendidos de Loret de Mola.

Finalmente, volviendo al inicio de este comentario, es de preguntarnos que, si los oficiales del Ejército, en todos los niveles tienen  la prerrogativa de contar con una ayudantía del propio ejército, así como vehículos oficiales y Fraccionamientos construidos, vigilados y con el mantenimiento proporcionado por los propios soldados; ¿Resulta increíble que el máximo jefe de nuestras fuerzas armadas cuente también con similares apoyos, pero potenciados a su máxima expresión con el uso particular de vehículos oficiales, aviones, helicópteros, buques y demás infraestructura de la propia SEDENA?.

Es por ello que a mí en lo personal no me sorprenden para nada “Los Viajes del General”. Ya si es inmoral semejante lujo en un país con tanta pobreza como el nuestro, eso es “harina de otro costal” y motivo de otro análisis.