A ESTAS ALTURAS de la aparición de la pandemia que azota al mundo, mucho se puede apreciar en la conducta humana, sobre todo, en el alto que las sociedades hacen para refugiarse en el seno familiar y desde ahí esperar el nuevo rumbo que se espera tome la humanidad, sobre todo, más consciente de que todos somos altamente vulnerables ante un enemigo invisible que retando a los nuevos tiempos y al desarrollo de las nuevas tecnologías, se presenta para atacar, con todas las ventajas, a los seres humanos sin compasión.

En pocos días, este fenómeno, ha puesto de rodillas al mundo, a los grandes avances tecnológicos, a la fe misma y a la creencia de algunos de que nada puede pasar y que viven, prácticamente, blindados por su poder.

Ha sido, en poco tiempo, una tempestad inesperada que ha obligado a la humanidad, a tomar todas las precauciones necesarias para evitar caer en el contagio y con ello poner en riesgo su propia integridad. Esta es, sin duda, una gran experiencia que llega, quizá, en el momento oportuno, cuando el mundo sigue moviéndose a un ritmo acelerado, para reflexionar sobre lo que somos y lo que representamos en la tierra.

Algo o alguien tenía que señalar que así no son las cosas, que todo debe tener un orden como lo tiene el propio universo, que de alguna manera, deben ajustarse los propósitos de la humanidad, creada para un fin determinado que todavía no se llega a comprender en su total magnitud.

No se trata, desde luego, del tan anunciado fin del mundo, sino de un alto en el camino que seguimos todos los días, para darnos cuenta que existe algo más allá de nuestra propia comprensión, que tiene el poder absoluto para mantener el orden en todas las cosas y en la propia tierra como parte integrante de la universalidad.

No han sido los temporales, ni las propias tempestades, tampoco los huracanes ni los fatales terremotos, capaces de hacer que los humanos reaccionen y vuelvan la vista al cielo, buscando al Dios que cada quien haya concebido con la finalidad de aceptar que se han desviado de lo recto y que se puede volver a concebir una nueva forma de convivencia universal. Este puede ser el principio de un nuevo entendimiento o nuevo orden mundial, pues de esta prueba se tendrá que salir airosos, ya que solamente se renueva el pensamiento y el proceder del mundo ante el orden que se tiene que seguir.

Que son las propias mentes terroristas, como suelen manejar los rumores de hoy en día, que son los comunes enfrenamientos entre naciones poderosas que luchan permanentemente por mantener el liderazgo mundial en el comercio y en los intereses personales, que son acciones que los propios gobiernos han puesto en operación para deshacerse de una poca humanidad, porque ya no pueden con todos los compromisos que tienen con ella, pueden ser y hasta razón no pudieran faltarles a quienes piensan de esta manera, pero una mente no se mueve sola, hay algo más fuerte que la impulsa, que la mueve y que la lleva, necesariamente, a cambiar las cosas.

Pronto, esta calamidad de la humanidad, habrá de pasar, pero quedará como una buena enseñanza y como una buena sugerencia de que todo tiene que volver al orden para vivir un tiempo más en la cordura, en la solidaridad, en la unidad y la esperanza de que siempre habrá algo bueno que venga para seguir manteniendo al mundo en su exacta estabilidad, comenzando un nuevo periodo que con el tiempo, seguramente volverá a colapsar.

Hoy es esta enfermedad llamada coronavirus, mañana será, quizá, otra forma en que el supremo orden se manifestará, pero siempre representará el termino de un ciclo, que no es el final, pero que mucho servirá para reflexionar que no somos únicos, que siempre habrá alguien que nos haga hacer el alto en el camino, que nos diga el sendero a tomar y continuar con esta existencia que hasta estos momentos nadie ha logrado descifrar.

Seguirán las preguntas de quienes somos, de dónde llegamos y a dónde vamos cuando ya no estemos en este lugar.

Mientras tanto, alguien nos llama a la unidad, a continuar con esta vida que hasta estos momentos nos permite y conducirnos con más responsabilidad.

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Y A OTRA COSA, MARIPOSA.

PUES RESULTA que todos dicen que el gobierno federal, no ha encontrado la fórmula para poder comprobar que está haciendo todas las cosas buenas que corresponden, dicen, a la cuarta transformación, proyecto político que ya se duda mucho que pudiera cuajar, sobre todo, porque se han perdido de muchas oportunidades para poder destacar ante los mexicanos.

Muy a pesar de los retos que significa enfrentar a la nueva enfermedad que está atacando por todos los frentes al mundo, gobernantes, como AMLO, se empeñan en seguir suponiendo que tienen todo el poder, casi absoluto, para hacer lo que quieran en este país.

Así es como se ha concebido una vez más, la forma más sencilla de poder castigar a los que no jalaron de todo con los propósitos políticos de quien manda a nivel nacional y que hoy, antes que el interés nacional, se atiende al interés personal, por lo que se ha decidido cancelar otro proyecto de gran magnitud que significaba el funcionamiento de la planta cercera en Mexicali, Baja California, de una empresa ligada al consorcio de la Cervecera Modelo, productora de la bebida más famosa como es Corona.

Se perderán miles de empleos, pero más que nada, una fuerte suma calculada en veinte mi millones de pesos que el Gobierno mexicano, tendrá que pagar por un capricho presidencial, aunque en realidad, quienes tendrán que cubrir esta enorme cantidad económica, serán los propios mexicanos, en su totalidad, pues de alguna manera, a todos afectará, sean contribuyentes directos o no.

El pretexto, se dice, es la falta de agua para la ciudad y que ya no se puede disponer de más líquido para empresas de esta naturaleza, cuando, lo más conveniente sería que el Gobierno mexicano, invirtiera, menos de lo que ahora tiene que pagar para traer más agua a esta región que se queja de la falta de este elemento vital.

No cabe duda, de que no tiene la culpa el indio, sino de aquél que lo hace compadre, reza el dicho popular.

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QUE YA SE ESPERAN NUEVAS ELECCIONES.

SIN DEJAR DE CONSIDERAR que primero esta enfrentar la realidad, sobre todo, de la pandemia que afecta ya a muchos mexicanos, hay quienes ya esperan que se lleguen las nuevas elecciones para poder comenzar otro nuevo proceso de cambio que les convenga más, porque ahora resulta que ya muchos afirman que resultó peor el remedio que la enfermedad.

Falta mucho todavía y no se sabe en qué condiciones se estará para cuando llegue el tiempo de las nuevas elecciones, tomando en cuenta que tampoco se puede determinar con exactitud cuando dure la presencia del virus que en estos momentos preocupa a la humanidad  y desde luego a los propios mexicanos que ya la están padeciendo y a los que todavía logre afectar, pero de lo que sí se está seguro es de que las cosas cambiaran y que México, puede conseguir nuevo camino hacia su propia realidad.

Por hoy hay desencanto que se vino a concretar con las pocas acciones y mala voluntad de quienes tienen a su mando el destino de la gobernabilidad de este país, de este Estado, y de hasta muchos municipios que han querido emular a quien manda a nivel nacional.

Y desde el exilio voluntario, en el propio hogar, que el Coronavirus obliga a la humanidad y desde luego, a quien esto escribe, seguiremos en espera de que todo vuelva a la normalidad.              

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Y EL LUNES, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.

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