—¿Para una pandemia? —contesta en tono sarcástico—. En ningún lugar del mundo hay médicos suficientes para una situación así. Ya lo debes haber notado.
Tratando de suavizar un poco la conversación, desvío el tema al tan anunciado Plan DN-III E.
—Pero, les van a ayudar, ¿no? La Sedena...
—Aún no estamos seguros de cómo piensan operar —contesta mirando hacia arriba, reflejando esperanza en sus ojos—, pero dos cabezas piensan mejor que una, cuatro manos siempre serán mejores que sólo dos.
—¿Quién tomaría el mando?
—Quien lo tome —responde con prisa—, cualquier ayuda es bienvenida.
—¿Tienen el recurso suficiente? —regreso al punto de partida.
—Yo no gestiono recursos, esa pregunta no es para mí.
—Se notaría en los insumos, ¿no? ¿Los hay?
Suspira... lo piensa un poco y con calma responde—: los hay... Nos tenemos que encargar de que haya. El personal no puede arriesgarse a tratar a los pacientes infectados sin equipo. Si un médico entra al cuarto, tiene que llevar el equipo necesario; si lo acompaña una enfermera, también ella.
—¿Cuál es el protocolo a seguir? —le pregunto, intentando llevar la charla a una zona de menor tensión.
—Pues... —voltea hacia la pared, como si la respuesta estuviera allí— hay un plan de emergencia para todo el sector Salud desde hace un par de meses, pero cada quién está operando de maneras distintas.
—Depende de la capacidad de cada hospital, supongo —interrumpo brevemente.
—Claro, en algunos lugares hay más personal, en otros un poco menos de insumos; toma en cuenta los espacios —, aclara un poco su garganta y continúa—. Pero en todos lados estamos haciendo que funcione, tenemos que ver cómo le hacemos.
—¿Está capacitado el personal?
—Sí...—se detiene un momento— algunos tienen miedo, pues hay mucha desinformación al respecto—, me dice mientras mira hacia abajo con molestia en la cara.
—Pero yo les digo que no se preocupen —continúa—, que mientras sigamos las recomendaciones e indicaciones ya conocidas, estaremos bien.
—¿Y las demás urgencias? —desvío de nuevo el tema.
—¿Qué tienen? —pregunta.
—¿Ya contemplaron esa parte? ¿Están cubiertas?
—Por supuesto —responde con confianza y seguridad—. Nunca hemos dejado de operar y no tiene por qué ser la excepción.
—Por último, está la gente —le digo—. Muchos siguen sin hacer caso, ¿qué podemos hacer?
Después de un profundo suspiro, responde—: nos ayudan mucho quedándose en sus casas. Si no están graves, que por favor no vengan, corren el riesgo de contagiar o de ser contagiados. Vamos a atender a los infectados y vamos a hacer nuestro mejor esfuerzo, pero necesitamos que nos ayuden.
Endereza su postura, toma aire y con una mirada determinante, me dice—: no podemos evitar lo que se viene, nunca nos había tocado algo así, pero sí podemos lograr que sea menos grave de lo que se pronostica.
Al momento que mira su reloj, concluye—: se me hace tarde, espero que esto sirva. Ojalá lo entiendan...
Y tú, ¿Kime cuentas?
Sígueme en Twitter: @kimsebastian_
Facebook: @SebastianKimMx
Mándame un correo: kimecuentas@gmail.com |