Podría apostar a que nadie esperaba una respuesta como la que ofreció el presidente en la mañanera de hace unos días, al referirse al terrible asesinato de Ingrid Escamilla. Me resulta insultante que el ejecutivo federal pretenda que nos debe importar más la dichosa rifa (ahora sorteo), que la incesante violencia que azota al país.

 Al parecer al presidente le molesta que los reporteros le pidan respuestas ante la atroz noticia del caso antes mencionado. Pues para él «sí es importante, pero...», es igual de (o más) importante que el tema del sorteo. Que por cierto, anoche pudimos presenciar un auténtico ‘charolazo’, en donde el presidente reparte el dinero entre cien de los empresarios más importantes del país, quienes ya sea “a fuerza” o por gusto, acostumbran apoyar al gobernante en turno a cambio de una ‘rebanada del pastel’.

 Para el momento en el que estén leyendo esto, amables lectores, probablemente ya sepamos con cuánto “cooperó” cada magnate en la repartición de cuatro de los seis millones de ‘cachitos’ de un sorteo que pasó de rifar un avión gigantesco a repartir premios de un dinero que bien podría utilizarse directamente para comprar el equipo médico que se pretende adquirir con la colecta de la rifa... Pero no, el espectáculo es necesario.

 Dos mil millones de pesos recuperó la Fiscalía General de la República de un caso encabezado por el titular de esta dependencia. ¿No era más fácil usar ese dinero para adquirir el equipo y los medicamentos faltantes? Carencias que, por cierto, podrían estar cubiertas si se destinaran más recursos públicos al sector Salud, en vez de al béisbol, por ejemplo. Me preocupa que los mexicanos no noten estas discrepancias, o peor aún, que no les importen.

 El punto aquí es que se hable de lo que Andrés Manuel quiera, de lo contrario, se trata de campañas de desprestigio, de falsedades y de puros obstáculos que “no dejan” trabajar al mandatario nacional. El uso de tópicos distractores se ha vuelto el recurso favorito de López Obrador, al grado de querer opacar un crimen atroz con un sorteo popular.

 Concluyo recalcando que gran parte de la solución está en manos del problema, pues seguimos hablando de lo que AMLO dice,  cuando deberíamos decirle nosotros de qué queremos hablar.

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