El Presidente, sabe, porque lo sabe, que se ha puesto en contra de todos los sectores de la población, aún con aquellos que supuestamente pregona que quiere apoyar. Los pobres que son más pobres ahora, no le seguirán el juego político que ha emprendido, pensando que en las próximas elecciones podrá tener el mismo apoyo que tuvo en la jornada electoral del primero de julio del año dos mil dieciocho.
Sus programas sociales los ha extendido tanto que ya no le alcanzarán ni para llegar al proceso electoral del dos mil veintiuno, aunque haya ahorrado millonadas a través de sus proyectos políticos y económicos de una mal entendida austeridad republicana. No podrá, de ninguna manera, sostener lo que ahora está promoviendo por todos lados, haciendo creer que en verdad, los pobres de México, son su interés.
Los pobres ahora son más pobres y se requerirán de mayores aportaciones económicas para poder enfrentar este compromiso. El Presidente, no quiere apoyar a nadie, menos a los empresarios del país, sean pequeños o grandes, pues tiene contra ellos, una evidente animadversión, desconociéndose, hasta el momento, cuál es la razón tan poderosa que lo mantiene en ese estado mental.
El país, ya perdió la esperanza, sí es que la tenía, luego del mensaje dirigido a la nación, en medio de una difícil situación de salud, donde lo menos que se esperaba es que el responsable de la conducción de este país, aceptara el reto de seguir combatiendo seriamente al virus que amenaza la vida de los mexicanos, su posibilidad de continuar viviendo con recursos suficientes y de resolver, junto a su pueblo, el problema económico que se ha presentado, no tan solo por la aparición del coronavirus, sino por la misma condición del gobierno para emprender grandes acciones a favor del desarrollo nacional.
El domingo pasado, el pueblo de México, estuvo pegado, más que nunca, al televisor y a la radio, para escuchar al Presidente, pues había la percepción de que entraría de lleno al anuncio de grandes e históricas medidas para apoyar a todos los sectores productivos, a toda la gente que se ha visto afectada, a todos las familias que han sido tocadas por el mal y en general, hacer del conocimiento los programas y proyectos para no dejar que México, se derrumbe. No fue así, el Presidente, salió con su misma batea de babas, con sus mismas necedades, con sus mismos conflictos personales, con sus mismas creencias de que él se ha convertido en el mesías de nuestros tiempos y que nada, incluso el virus que ha enfermado a millones de seres humanos, lo puede detener. Mala señal para México, ha dado el Presidente en su aparición del domingo.
México, ha perdido rumbo, pero lo más grave en este momento, es que en este momento pudiera estar perdiendo la gobernabilidad.
Hay indicios muy claros de lo que quiere el Presidente. Uno de ellos, es someter a todos bajo su mando y yugo. Quiere un gobierno dictatorial, donde él siga siendo el principal protagonista y ha comenzado por varios lados, esperando el momento de poder entrar en el sector privado, donde todavía tiene algunos obstáculos que no se lo permiten. Por lo pronto, quiere ganarle tiempo a un posible cuartelazo, otorgando dinero, poder e intervención del ejército en acciones que deberían corresponder a los civiles. Alaba a las fuerzas federales para mantenerlos cerca en el caso de cualquier sublevación.
México, pierde rumbo, pero también pierde la confianza en el hombre que eligió en la pasada contienda electoral. Ya no puede rectificar, cuando menos por este mismo procedimiento, quedándole, solamente, una especie de golpe de Estado, que es lo que teme, precisamente, el mismo Presidente.
En estos momentos, los diversos sectores de la población, ya están todos de acuerdo en que se equivocaron seriamente en el pasado. El Presidente, sí es un verdadero peligro para México.
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NO HABRA CAMBIOS EN EL GABINETE.
HA SIDO CLARO EL PRESIDENTE. No habrá cambios entre los colaboradores de su gobierno y esto significa que todos los rumores de caen, así, de pronto, porque lo ha ordenado el gran Tlatoani.
Ni siquiera la dignidad del Secretario de Hacienda y Crédito Público, quedará a salvo, pues se le obliga a seguir al frente de su responsabilidad, aún cuando circuló ampliamente la versión de que renunciaría a su posición dentro de la administración federal.
No podrá hacerlo, cuando menos en el corto plazo, porque el Presidente, no quiere quedar mal ante los mexicanos, quienes pudieran pensar en la insurrección de sus colaboradores. El Presidente, no quiere más renuncias, porque implica, desde luego, una evidente desorganización interna de su gabinete, pero al mismo tiempo, profundos desacuerdos, principalmente con él mismo, quien, por cierto, ha sido el culpable de que algunos de sus principales colaboradores ya hayan tomado con anticipación esta decisión y que ahora podrían seguir con la segunda renuncia en la propia Secretaría de Hacienda, donde radica la fundamental operación política, económica y social del país.
El Presidente, detiene los rumores y ha devuelto, quizá, los documentos que ya tenía en su escritorio, relacionados con la renuncia de Arturo Herrera, aunque se hayan mencionado, incluso, sus posibles relevos.
Quienes pensaban hacer lo mismo, antes de que la lumbre les llegara cerca, se tendrán que esperar para otros tiempos, cuando el virus haya pasado y vuelva la estabilidad al gobierno, aunque en este momento eran viables las renuncias por motivos de salud.
No habrá, pues renuncias, no habrá cambios ni enroques como supuestamente estaban preparados. Nadie se moverá de sus lugares, porque así lo ha determinado el Presidente.
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VERACRUZ, TAMBIEN ESTA PERDIDO.
NO ES LA PERCEPCION, ni tampoco los enemigos de la cuarta transformación, ni los rumores que a menudo se esparcen en relación a los diversos problemas que padece la entidad, ni tampoco los señalamientos de los malquerientes del gobierno y del propio mandatario estatal. No, es la opinión pública que establece que en Veracruz, también se ha perdido el rumbo y la confianza popular en un hombre que llegó a la gubernatura por aras del destino.
En recientes encuestas, el Estado de Veracruz, aparece en los últimos lugares de todas las mediciones que se han hecho en relación a la buena conducción política y administrativa de la entidad. Mal calificación en el desempeño y aprobación gubernamental, lo que coincide, definitivamente, con todas las opiniones que se vierten en los medios de comunicación y hasta en las mismas calles donde se percibe un verdadero desencanto popular.
Pero todo esto se ha dado a conocer hasta el último día del mes de marzo pasado, lo que ahora, en estos primeros días del mes de abril, pudiera ser peor, porque entran en juego todas las expectativas que se tenían en referencia al apoyo del gobierno a la población que se encuentra en desgracia.
Si todo esto incide, como ya se está pensando, seguramente que Veracruz, bien podría declararse como Estado, perdido.
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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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