«Sin crecimiento no hay empleos, sin empleos no hay bienestar, sin bienestar no hay paz, no hay tranquilidad...», apenas dos años después de recitar constantemente este sermón con la consigna de que el poco crecimiento económico que hubo en las anteriores administraciones era una de las principales causas que impedían el desarrollo del país, el discurso del ahora presidente de México cambió. «En vez de crecimiento, hablar de desarrollo; en vez de Producto Interno Bruto (PIB), hablar de bienestar; en vez de lo material, pensar en lo espiritual; hay que cambiar ya con todo eso y no creer tanto en esas cosas».

¿Cómo podríamos medir la espiritualidad de una persona? Pero más importante aún, ¿de qué sirve eso al momento de dirigir una nación? Es decir, a un mandatario, en cualquier nivel de gobierno, se le califica con base en resultados. Es lo que podemos observar y palpar: las consecuencias que sufrimos debido a las decisiones que se toman desde el poder, sean para bien o para mal. Pero el estandarte de este gobierno parece ser el de uno que nunca se equivoca, que no comete errores o peor aún, si los comete, le resulta mejor cambiar el concepto que cambiar el rumbo, de manera que recae en la constante justificación de todo lo que hace mal. 

Entonces, según el ejecutivo federal, debemos olvidar estos términos, pues están en «desuso», así que para todos aquellos emprendedores que buscan con trabajo y esfuerzo sacar adelante a sus familias, olvídenlo, eso ya no es importante. Ya no se preocupen por generar empleos, pues no deben creer que eso sirve de algo. Siguiendo esta lógica, no tendríamos porqué pagar impuestos, lo importante es lo espiritual y no lo material; me pregunto si el SATaceptará muestras de espiritualidad en vez de dinero material. Ah, ahí ya es distinto, porque hay que “ser solidarios”y pagar todos los impuestos, a pesar de que debido a la pandemia no hay ingresos suficientes.

Son varios los comerciantes que han advertido que en este mes de mayo tendrán que cerrar sus negocios por la falta de recursos para sostenerse, pero después de escuchar al mandatario nacional, esto no debería preocuparnos, pues para él, el crecimiento económico del país no es primordial. El mismo Obrador que hace un par de semanas prometió que se generarían dos millones de empleos para afrontar la crisis económica derivada de la pandemia, hoy busca una manera de justificar la obvia imposibilidad de esta promesa, queriendo minimizar la importancia de la generación de riqueza que únicamente el sector privado provee. Porque cabe recordar que el Estado no produce absolutamente nada, todo el dinero que gasta, ya sea en empleos, en servicios, en inversiones o en programas sociales, proviene de los impuestos que recauda del sector privado.

En contraste, pareciera que el jefe del Estado mexicano está más preocupado por las “benditas redes sociales”, mismas que aparentan ser su peor enemigo ahora que está en el poder, pues ha dedicado más tiempo en defenderse de los “ataques” que de allí provienen que de atender los problemas que realmente importan o deberían importar. Se fija hasta en la cantidad de seguidores de las cuentas que más eco tienen por disentir de sus decisiones y sus opiniones, pero no se fija en los números que muestran el estancamiento de la economía del país...

A fin de cuentas, por más que el presidente quiera evitar hablar de estos temas, le resultará imposible. Que le llame como quiera: desarrollo, bienestar o crecimiento, pero tendrá que hablar de ello y empezar a entregar mejores resultados en la materia, ya que es un ámbito vital para el país, pues para que todo lo demás funcione, necesita que la economía funcione.

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