PARA QUIEN no creía, todavía, que en la entidad veracruzana, se está viviendo un alto grado de inseguridad, basta comentar que ahora, sin respeto alguno, la delincuencia ha llegado a ubicarse a un costado de la propia Secretaría de Seguridad Pública del Estado, de acuerdo a informes recientes de dos robos, prácticamente realizados con toda osadía. Un asalto a una joyería, que no está ubicada nada lejos de la dependencia gubernamental encargada de la prevención de los delitos y también, propiamente en las puertas de Palacio de Gobierno. Pero, lo que más ha asombrado a propios y extraños, es que también se informe de un reciente asalto a un restaurante que se encuentra a escasos diez o quince pasos de los edificios sede del Poder Ejecutivo de Veracruz, y del que alberga las oficinas de Seguridad Pública, estatal.
En ambos casos, se necesitan dos cosas: Un valor suficiente para poder llevar a cabo estas acciones delincuenciales, sabiendo que a unos pasos se encuentran varios elementos policiacos y la otra consistente en la falta absoluta de respeto por la autoridad.
La delincuencia, que parece corresponder a la considerada común, se mete, pues, hasta el patio de la casa, como se diría popularmente, cuando se llega hasta puntos difíciles de poder aceptar, es decir, en las propias instalaciones donde se encuentran quienes tienen la responsabilidad de velar por la seguridad de los veracruzanos.
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En este sentido, ¿qué se puede esperar para los demás habitantes de este Estado?.
Con estos hechos, se confirma, una vez más, que la entidad veracruzana, se encuentra en manos de la delincuencia. Que no hay estrategia alguna que haya dado resultados positivos para poder disminuir los índices tan altos de la inseguridad y que no queda más que la encomienda al santo de la preferencia de cada veracruzano, para que no sea parte de las estadísticas que se han estado formulando con motivo de los actos criminales.
La situación, en este sentido, parece complicarse, porque ahora más que nunca, hay quienes están dispuestos a establecer retos a la propia policía, a las propias autoridades encargadas de la seguridad pública de la entidad, las cuales tendrán que implementar acciones más severas, más coordinadas y más certeras para el combate de la delincuencia, pues bien se han dado cuenta que ya no existen barreras para quienes se dedican a delinquir y que no hay temor alguno para cometer sus fechorías, sea en el lugar que sea, que bien puede ser un camino solitario, una carretera desolada, una calle alejada de la concentración de la gente y hasta en centros comerciales, como también ya se han tenido noticias del avance de la delincuencia, sino hasta en la propia sede de quien está dedicado a la labor de prevenir los delitos.
Algo, desde luego, no debe estar encajando correctamente, porque no se puede entender como han estado sucediendo estos hechos que dejan mal parados a quienes hacen todos los esfuerzos por lograr la paz y la convivencia social en todo el Estado de Veracruz.
Algo, desde luego, debe estar fallando, por lo que el mismo Gobernador del Estado, ya debería estar dictando las instrucciones necesarias a fin de revisar cuidadosamente las estrategias que se están aplicando para resolver los grandes problemas de la inseguridad.
Es difícil resolver estos asuntos en cuestión de unos días, meses o años, porque todo parece indicar que la inseguridad llegó para quedarse y que, como en el caso de la pandemia que ocupa y preocupa a todo el mundo, se tiene que aprender a convivir con ella, pero que también nunca es tarde para comenzar el proceso de rescate de la paz y la tranquilidad.
Pero si esto no fuera posible, entonces, como tantas veces se ha comentado, que Dios nos agarre confesados.
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MARCHA, ABORTADA.
TAL VEZ, DICEN algunos optimistas, que la marcha anunciada en el centro de la ciudad de Xalapa, fue abortada de última hora, porque se dieron cuenta a tiempo de que había mucha vigilancia y que en esas condiciones sería difícil cumplir con los objetivos que se habían planteado quienes convocaron a la misma, pues se atrevieron a anunciar, con bastante tiempo, que dicha manifestación de dueños de centros de diversión, bares y cantinas, no sería nada pacífica y que se esperaba, por lo tanto, que se dieran algunos otros acontecimientos como los sucedidos hace algunos días, donde se cometieron destrozos a comercios y casas particulares, incluyendo a las iglesias, sin que ningún elemento policiaco se presentara para detener a los vándalos.
El asunto es que no hubo nada y hasta se ha llegado a especular que el solo anuncio de la marcha, fue realizado con la finalidad de provocar a la policía, pero sobre todo, a quienes tienen la responsabilidad de vigilar que no se rompa con la tranquilidad de la ciudad capital, luego de que la vez pasada, fueron altamente criticados por no actuar, aún cuando los desmanes tuvieron lugar a unos cuantos metros de la sede de la Secretaría de Seguridad Pública.
Y es que todo apunta a esta posibilidad, considerando que una acción de esta naturaleza, no se anunciaría, por lo que se cree que todo fue una estrategia instrumentada desde adentro, ya sea de Palacio de Gobierno, o tal vez, desde el Palacio Municipal. Para ello hay elementos que se pueden tomar en cuenta, como el hecho de que se busca, en estos momentos, desviar la atención sobre el disparo de contagios del Covid 19, y por la falta de acciones gubernamentales y municipales para cumplir con las metas establecidas y esperadas por la sociedad.
Sin embargo, no hay nada seguro ni mucho menos cierto, pero mucho indica que algo está pasando en materia de seguridad y de muchas posibilidades de la implementación de acciones que buscan desestabilizar al gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, para comenzar a obligarlo a tomar la decisión de irse en el mes de noviembre próximo, que fuera de cualquier otra consideración, sería lo más prudente para el propio gobernante.
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EL PASADO, FANTASMA PARA AMLO.
EL GOBIERNO DE LA cuarta transformación ya ha avanzado más de un año y medio y todavía se sigue justificando con el pasado, la falta de acciones en esta nueva administración.
Tanto el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, como muchos de sus funcionarios de primer nivel y mucho más de aquellos que se encuentran hacia abajo en este gobierno, se siguen respaldando con echarle la culpa a los gobiernos pasados y a todo aquello que quedo pendiente y que no han logrado resolver adecuadamente.
El pasado, sigue siendo para el Presidente, como para la mayoría de sus colaboradores, el fantasma que cada día está presente en sus acciones y que suelen ser la justificación más plena al no poder cumplir con todas las expectativas que se ofrecieron durante la campaña y en los primeros días de este gobierno.
El tiempo avanza y nadie de los involucrados en este gobierno, han querido aceptar como suya la responsabilidad de gobernar con acierto, quizá, porque se han dado cuenta que en verdad, no estaban preparados para cumplir con esta enorme responsabilidad.
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Y EL LUNES, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.
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