Es de analizar como parte del deterioro institucional en nuestro país la fata de respeto al protocolo establecido para la realización de los actos oficiales del Gobierno de la República. los que ya sea que se omitan o menosprecien por ignorancia o por mandar un claro mensaje de “cambio de paradigma”, no dejan de llamar la atención a quienes reconocemos en estos protocolos el gran simbolismo que encierran para la vida institucional de una nación como la nuestra: Democrática, Federal y Representativa, fundada en el principio de División de Poderes, a la vez que de un régimen Presidencialista.

Veamos por ejemplo, el pasado 16 de septiembre vimos con asombro como abruptamente fueron separados de la comitiva que acompañaba al Presidente a la ceremonia de Izamiento de la bandera en el Zócalo de la CDMX los Presidentes de la Cámara de Diputados y de la Cámara de Senadores, ambos civiles, y no así a otra civil como la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México. En principio podría justificarse que solo lo acompañarían militares por tratarse de un desfile militar el que encabezaría, lo que hace inexplicable la permanencia en la comitiva de la Dra. Claudia Sheinbaum, y si me apuran tantito hasta la del mismo AMLO, prestándose todo ello al “sospechosísmo” (parafraseando a Santiago Creel, uno de los excluídos), pues es de notar que el primero, Presidente de la Cámara de Diputados es del PAN y el segundo Presidente del Senado, aun cuando es de MORENA, es además del “establo” del Sen. Monreal, desafortunadamente no pude observar si el Presidente de la SCJN estaba presente y si, en su caso, recibió el mismo trato grosero y falto de cortesía política que dieron a los representantes del Poder Legislativo, sean civiles o no, y si estuvo ausente nunca sabremos si, como civil, habría recibido similar desaire, o si como reconocido aliado de AMLO habría recibido el lugar de honor acorde con su investidura.

Esto nos lleva a analizar que los protocolos, algunas veces desconocidos para las grandes mayorías e inexplicables para muchos, siempre tienen una razón de ser pues cada uno simboliza algo relacionado con el espíritu de la República; como la División de Poderes, donde cada uno de los 3 Poderes de la Unión en un régimen republicano tienen similar nivel y no existe subordinación de uno sobre el otro; por ello es costumbre y parte del protocolo darle a los 3 el mismo trato aunque sea el Titular del Ejecutivo quien presida una ceremonia, de ahí que debemos recordar que el Ejecutivo es tan solo uno de los tres poderes que integran el Estado Mexicano junto con y al mismo nivel del Legislativo y el Judicial, y, por otro lado, por ser el nuestro un país con un régimen Presidencialista, al único al que la Bandera Nacional le contesta el saludo  en la escolta,  es al Presidente de la República.

También forma parte del protocolo darle un lugar de honor a Gobernadores y alcaldes, sean del partido que sean, cuando las ceremonias o eventos de cualquier tipo se celebren en el territorio donde gobiernan, pues con ello se simboliza el carácter Federal de nuestra República y no el grado de simpatía que les dispense el presidente.

Otra acción protocolaria difícil de comprender para quienes creen que el presidente manda sobre todos los demás y debe recibir siempre honores es el hecho de que ni el Presidente del Congreso ni el Presidente de la Corte se pongan de pie para recibirlo cuando el Titular del Ejecutivo acude al Pleno como invitado a una ceremonia en el recinto respectivo, ya sea en la SCJN o en la Cámara de Diputados, esto  cuando el Presidente de la Corte rinde su Informe o cuando se instala el H. Congreso de la Unión, donde se reúnen ambas Cámaras, lo que para algunos podría representar un descortesía hacia el Titular del Ejecutivo mientras todos los demás pudieran estar de pie aplaudiendo “como focas” al Presidente e incluso echándole porras, pero lo que realmente simboliza esta parte del protocolo es que no existe subordinación alguna de un poder sobre otro.

Y así podríamos seguir analizando una a una las partes que dicta el protocolo como podría ser el acomodo en el presídium de cada uno de los asistentes a un evento presidido por el Presidente y el orden en que deben ser presentados o quien sube primero a una embarcación y de ahí el orden en que deben abordar, etc. y a todos podría dárseles la justa explicación y justificación, de tal forma que la falta de respeto a las reglas que dicta el protocolo no podría explicarse solo como ignorancia o un simple desaire sino como parte de la estrategia perversa de destrucción sistemática de nuestras instituciones democráticas puesta en marcha por la 4T para, en el corto plazo, desaparecer a los demás poderes, encumbrando y manteniendo únicamente a la Figura Presidencial como símbolo de nuestra patria, de nuestra independencia y soberanía, es decir para el establecimiento de un régimen absolutista y centralista.